El juego (Parte 1)

lunes, diciembre 28, 2009 Laura.S-P 2 Comments

Después de tanto tiempo sin escribir empiezo una historía en partes con algo de misterio, intriga y erotismo. Espero que os guste^^


La carta llegó un día igual a cualquier otro.

Como todos los demás días fue el repiqueteo de la lluvia en mi ventana lo que me despertó. Como todos los días saludé al cielo gris acero que se derramaba sobre los edificios y que empañaba con su frío mi cristal.

Como siempre, salí de la habitación con el pelo revuelto, la cara sin lavar y el pijama medio desabrochado. Como cada día mi compañera de piso no levantó siquiera la vista de su taza de café para mirarme. Me preparé el mismo desayuno de siempre, nesquick con leche fría y galletas de mantequilla. Al principio, cuando todavía nos reíamos juntas, mi compañera solía burlarse alegremente de mí por mi infantil forma de empezar el día.

La única mirada que me dirigió fue cuando salía de casa. Fue una mirada llena de reproche y algo de compasión, pero no dijo nada, ya se había cansado de insistirme en que debía seguir con mi vida, volver a clase, coger las llamadas de mis amigos. Se había cansado de intentar traerme de vuelta.

Horas después, tras haber disfrutado de mi tiempo de soledad y lluvia frente a mi ventana, decidí que era el momento de salir a hacer la compra al menos. Escogí al azar un chubasquero gris de mi armario y cogí un paraguas en la entrada tan negro como mis noticias. Aseguré las llaves en mi mano y el bolso en mi hombro y salí.

Estaba esperándome sobre el felpudo.

Al principio no la vi, pero su impoluta blancura sobre el marrón negruzco del felpudo atrajo pronto mi mirada.
Era un sobre de tamaño normal, de papel grueso y textura rugosa. Algo elegante y sofisticado. No había ni remitente ni dirección, en su lugar sólo había un número escrito con elegancia en el anverso.

13.

La carta pesaba en mis manos y yo no sabía muy bien qué hacer con ella. Al final decidí que debía abrirla y si no era para mí en seguida la entregaría al conserje para que la entregara a su dueño.
En su interior, con letra picuda y elegante había escritas unas breves frases:

Si usted ha recibido esta carta es porque su vida necesita de este juego.
El juego comenzara en cuanto usted haya abierto el primer sobre y terminará cuando encuentre el ultimo.
Señorita X, estaremos esperando su decisión

No me lo podía creer. Era tan extraño que parecía sacado de una película. Miré y remiré el sobre buscando algún indicio de su remitente. Nada. Cuando agité el sobre entre mis manos dos sobres más pequeños cayeron sobre mi regazo.

Con la misma letra elegante se había escrito una palabra en cada uno de los sobres: SI y NO.
Los sobres se quedaron en mi regazo durante interminables minutos. La gotera del dejaba caer las gotas al ya desgastado suelo del pasillo con insistente armonía mientras yo no podía apartar la vista de los dos sobres. En mi pecho el corazón me latía acelerado, como el de un polluelo que en el nido, abre las alas por primera vez para echar el vuelo.

Al final, con la mano temblorosa, los nervios a flor de piel cogí uno de los sobres y lo abrí con dedos torpes y asustados. Al momento, el otro sobre que aún descansaba en mi regazo empezó a reducirse a cenizas hasta que no quedó nada de él. Ya no había vuelta atrás.

Observé la palabra que quedaba en mi sobre, la decisión que no podía deshacer y el SI me devolvió la mirada desafiante y orgulloso, instándome a desvelar sus misterios.

Abrí el sobre allí mismo sobre el frío suelo de baldosas. No contenía mucho, solo una vieja tarjeta de visita amarilleada por los bordes y a su lado, cogido con una elegante pinza con las iniciales IP, un mapa recién impreso de la localización.

Sin pensarlo dos veces y segura de querer emprender la aventura que me proponía el sobre me lancé a la calle en busca de el destino de mi mapa.

Me costó más de una hora encontrarlo. Era un pequeño restaurante semi oculto tras dos grandes edificios en la parte antigua de la ciudad. En su fachada había un gran cartel amarillento con letras marrones redondeadas que anunciaba comida casera y trato amable.

El interior era acogedor y tenue. La sala rectangular que conformaba el restaurante, contaba con poco más de una docena de mesas, la mayoría vacías, y estaba iluminada por auténticos candelabros que goteaban cera sobre las paredes de piedra.

En seguida una joven de ojos color miel salió a mi encuentro y me preguntó con un ronroneante acento marroquí si deseaba sentarme. Sin saber muy bien que decirle le enseñé el contenido del sobre que se encontraba a buen recaudo en el bolsillo de mi impermeable. Su rostro se iluminó y con una sonrisa me acompañó a una de las mesas escondidas en la parte más intima del restaurante.

Allí me esperaba un hombre, o eso supuse, ya que la sombra de la pared no me dejaba más que intuir el brillo de su cigarrillo encendido, bajo el ala ancha de su sombrero.
Estuvimos unos segundos en silencio hasta que el desconocido comenzó a hablar con voz cadenciosa y pausada mientras daba largas caladas a su cigarrillo:

- Por lo que veo ha decidido usted entrar en el juego señorita X –
- Sólo elegí un sobre –
- Eso es suficiente para entrar –
- No sé en qué estoy metida, ni quién es usted –
- Aún así ha decidido venir –
- Sólo por curiosidad, ha sido pura casualidad –
- La casualidad no existe y usted mejor que nadie lo sabe –

El cuchillo de hiel se clavó en mi garganta al oír de sus labios esas palabras y al ver en sus ojos, tenuemente iluminados por el cigarrillo, girones de compasión

- Ha sido un error venir aquí- digo mientras me levanto para marcharme.
- No, no lo ha sido, y usted lo sabe tan bien como yo – noto como me mira desde la sombras y veo su mano salir de la oscuridad – vuelva a sentarse por favor – hago lo que me dice – le prometo que si sigue jugando, cuando termine, todo ese dolor que lleva dentro habrá desaparecido y podrá a vivir su vida como era antes –
- ¿Cómo? – es una sola palabra ahogada que se escapa de mis labios.


Continuará...

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A toda velocidad

miércoles, diciembre 09, 2009 Laura.S-P 3 Comments

Bueno, dicen que en la variedad está el gusto, y creo que todavía no había subido nada de este estilo. Quiero comentaros que esta historia está inspirada en un icono, si un icono, para que veais que la inspiración está en cualquier parte jajajaja. Por cierto, es un relato poco recomendado para mentes puras jejejej

Sientes la caricia del viento en tu pelo. Sientes como el ruido del motor ahoga los latidos acelerados de tu corazón.
Por fin te lanzas a una carretera desierta junto al mar. Aquí no hay semáforos, ni coches, ni incómodos peatones que ralenticen tu alocada carrera. Aquí te sientes libre, como si pudieras levantar la rueda y alzar el vuelo.
Alguien se coloca a tu lado, debe ser algún loco adicto a la velocidad que ha decidido salir a explayarse el domingo. Su moto roja brillante parece acompañar al centello amarillo y azul de la tuya
Giras un poco más el acelerador y tu moto sale despedida con un caballito. Seguramente que el desconocido se está riendo tras su casco encarnado. Sonríes tú bajo el tuyo y sientes como el poder de la moto vibra bajo tus piernas.
El desconocido está de nuevo allí. Su moto se ha puesto a la altura de nuevo, todo un logro teniendo en cuenta que los 900 caballos de la tuya ya van resoplando. Enfilas una recta y te permites girar la cabeza y mirarle. La protección plateada del casco te impide ver su cara, pero tu instinto te dice que es atractivo y te está mirando. De pronto es él el que se alza en su rueda de atrás y te adelanta con un estruendo. Es un rugido voraz, poderoso y tu moto tiembla ante ese rugido. Él ha ganado la carrera, no tienes nada que hacer.
Aflojas el manillar del freno y con el del gas vas bajando las marchas poco a poco, hasta que la aguja deja de temblar en los 240 y se concentra en los 140. Ya te has desfogado bastante y no quieres más, él te ha humillado y estas molesta.
No puedes sorprenderte más cuando lo encuentras más adelante, esperando, igualando el ritmo de su moto al tuyo. Levantas las cejas bajo el casco y de nuevo vuelves a sentir su sonrisa.
Sin saber muy bien por qué le sigues. El hotel de carretera está vacío y nadie hace preguntas cuando entráis. Aún no os habéis quitado los cascos, parte por el misterio parte para recuperar las formas tras la carrera. Tú jadeas bajo el visor, presa de una intriga hasta ahora desconocida.
Entráis en la habitación, la 138, aunque dudas mucho que ese hotelucho de carretera tenga tantas habitaciones. Él por fin se descubre.
Deja el casco sobre una mesita adornada con un jarrón horrible y cuando se da la vuelta descubre su pelo castaño cayendo sobre unos ojos negros, oscuros como la noche, que te miran enfebrecidos de deseo. Bajo la nariz larga y recta encuentras unos labios carnosos, que te despiertan un deseo irrefrenable.
Tú también has dejado el casco sobre la mesita y ahora vuestros cuerpos están tan cerca que puedes sentir como su presencia lo invade todo.
Una mano firme se afianza en tu espalda y te acerca a él. Tú no te resistes y dejas que esos labios tan sensuales atrapen los tuyos. Entonces es como una explosión, la pasión estalla en el beso y sientes como el calor viaja desde tus labios a todo tu cuerpo.
También sientes el calor de él, su beso cada vez más voraz, su mano impaciente que busca la cremallera de tu mono. Tú encuentras antes la del suyo y descubres el pecho desnudo y cálido bajo el frío y duro cuello.
Tus manos van desde su ombligo a sus hombros y dejas caer la chaqueta a un lado. En ese momento el también se las ha arreglado para desvestirte y solo una fina camiseta blanca de deporte separa vuestros ardientes cuerpos. Tus pezones se erizan al rozar el pecho de él, y él excitado al notarlo los atrapa con sus manos.
Sus manos son tan voraces y sensuales como sus labios. Encuentran todos los recodos de tu cuerpo y las exploran con la yema de sus dedos, dejando una sensación eléctrica allí donde tocaron. Ya apenas puedes respirar y los jadeos salen de tu boca convirtiéndose poco a poco en gemidos. El gruñe también cuando atrapas uno de sus pezones entre tus labios y succionas, jugueteando después con la lengua, saboreando y mordisqueando.
Le empujas a la cama y él se deja caer. Gateas por la cama hacia él, sin poder esperar un instante le cubres el pecho con besos y mordiscos que bajan desde su cuello a su musculado vientre.
Él busca entre tus piernas y acerca más tu cuerpo al suyo. Cuando sus dedos entran en ti nuestros cuerpos están completamente pegados.
Sientes como sus dedos juegan dentro de ti y como su erección palpita en tus piernas. Buscas sus labios y tu lengua se enrosca en la suya, haciendo el beso más profundo, intenso y placentero. Después buscas su oreja, la mordisqueas y él gime con gusto y con su mano libre apreta tus pechos, mientras que sus dedos entran más fuerte dentro de ti.
No puedes más. Te deshaces de su abrazo y le tumbas de nuevo. Esta vez tus besos bajan de su estómago y saboreas con tus labios y tus manos su sabor.
Ya no resistís más. Él te vuelve a tumbar y entra en ti con fuerza. Arqueas la espalda ante su embestida y el gemido escapa de tus labios, sordo.
Las embestidas se suceden y tú clavas las uñas en su espalda y enredas tus piernas alrededor de su cadera, reteniéndole. Quieres sentirle más, más dentro, más intenso.
Y todo acaba en un estallido. Sientes llegar el placer y él te sigue. En una embestida final os deja a los dos radiantes y satisfechos.
Se deja caer en las sabanas a mi lado, sudoroso y cansado. Tiene los labios enrojecidos por la pasión, los ojos cerrados y la sonrisa dibujada en el rostro. Yo me arrebujo bajo las sabanas a su lado. Cuando me tumbo a su lado, abre los ojos para mirarme y la sonrisa tranquila desaparece sustituida por una más voraz.
Va a ser el mejor domingo de mi vida.

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EL frío perdón

jueves, diciembre 03, 2009 Laura.S-P 1 Comments

Este quiero dedicarselo a mi nuevo "critico"!Muchas gracias^^

El amanecer avanzaba lento y frío por el horizonte mientras ella esperaba. La cama se había quedado revuelta, de la noche pasada en vela. En la mesilla, brillaba con luz propia el frasco de cristal que había comprado al boticario. El elixir para su libertad.

Empezaba ya a sentir el frío en las manos y en el rostro. Sentía como su alma se iba despegando de su cuerpo lentamente y como al final, el suspiro de la muerte en su nuca cortó todas las ataduras. Ella se sintió ligera y suave como el aire y volviendo la vista atrás contemplo como su cuerpo terrenal quedaba tumbado en el suelo, con los labios amoratados por el veneno.

Ante ella se abrió un camino de luz pálida y fría. Estaba atemorizada, aún así sus nuevos pies fantasmales la guiaban hacia aquel camino brillante, que era cálido y frío a la vez bajo sus pies.
La joven anduvo por el pasaje de luz tanto rato, que pensaba que no se acabaría nunca y su condena por su cobarde apto sería rondar por aquel camino toda su otra vida. Sin embargo, pronto aparecieron ante ella una puerta enorme.

Era tan grande la puerta, que aún mirando hacia arriba no podías ver su fin. De la puerta colgaba una aldaba enorme en forma de cabeza de Gorgona. La joven llamó a la puerta asustada.
La Gorgona cobró vida de pronto y la joven se encontró rodeada de serpientes, que siseaban cerca de su oído. Los ojos de la Gorgona clavados en ella:

- Tu nombre niña – rugió la Gorgona
- Aileen –
- ¿Cuál fue tu muerte?-
- Me envenené –

Las serpientes de la Gorgona sisearon con más fuerza y su dueña torció el rostro. La aldaba no dijo nada más y volvió silenciosa a la puerta. Nada sucedió durante un momento, pero los goznes de la puerta chirriaron y esta empezó a abrirse lenta y pesadamente, abriendo paso a Aileen.

Con el miedo haciéndole temblar las rodillas Aileen cruzó la puerta. Hubo un fogonazo de luz que la dejó ciega unos instantes y luego la sala apareció entre sus ojos.

Era grande, inmensa, azul como el cielo de verano. Largas columnas se alzaban hacia el techo, rectas y orgullosas, sujetando una bóveda de cristal brillante. La sala estaba llena de gente, no, de figuras tan fantasmales y etéreas como ella, que clavaban sus ojos sin brillo en la recién llegada.
Al fondo de la sala, sentada en el trono más majestuoso que Aileen había visto jamás, estaba sentada una mujer. Tenía la mirada fría y temible, los labios finos apretados en una línea, el cabello blanco y ralo cayendo por los hombros hasta la cintura. Sus ropajes eran sencillos, como los de los demás espíritus, pero sus ojos estaban llenos de vida y brillaban como ascuas.

La sala, a pesar de estar llena de gente, guardaba silencio absoluto y todas las miradas estaban clavadas en la mujer del trono, que no apartaba sus ojos de Aileen. Cuando por fin se decidió a hablar su voz, firme y cadenciosa, reverberó por toda la sala, llenándola de vida.

- Aileen, caminante del camino de la luz, la Gorgona nos ha avisado de tu llegada –

Los espectros empezaron a zumbar cuando la mujer pronunció su nombre. Un escalofrío le recorrió la espalda a la joven al escuchar aquel sonido tan fantasmal. Sentía todas aquellas miradas vacías clavadas ahora en ella, viendo todo lo que antes había ocultado su piel y la juzgaban. Eso era aquello, un juicio, su juicio, y aquella mujer de mirada penetrante no era otra cosa que su juez.

La mujer bajó del trono y se situó frente a Aileen, que temblaba de pies a cabeza. Su voz se dejó oír de nuevo, acallando el siniestro zumbido:

- Sabemos de la forma en que moriste – estaba tan cerca que Aileen podía sentir el frío que emanaba de ella y que la envolvía empeorando su temblor – has cometido un agravio al señor de los Fríos –

Esta vez cuando su voz cesó no llegó el zumbido. Los espíritus permanecieron silenciosos, mirando ahora a la mujer. Aileen no se atrevía a levantar la mirada, pero cuando la mujer prosiguió, la fuerza de su voz la obligó a hacerlo:

- Pero el señor de los Fríos ha visto tu vida y ha decidido perdonarte – al cogerla de los hombros su tacto se volvió cálido y la joven dejó de temblar
- Tu vida como mortal fue desgraciada y tu muerte trágica, por eso mi señor ha decidido otorgarte un gran deber– los espectros a su alrededor iban desapareciendo poco a poco y pronto solo quedaron ellas en la sala
- ¿Cuál es ese deber?- preguntó aún asustada
- Tú serás la encargada de que aquellos que han sido desgraciados, no lo sean también en su muerte -
- ¿Pero cómo? –
- Tú pequeña, que llevas la luz en tu nombre, iluminarás su camino y les guiarás a un lugar donde puedan ser felices, aún en la muerte –


Hola lectores mios! a que noa divinias que? sii también es una historia para mis cuentos del hielo...ya sé que os estoy bombardeando mucho con este tema pero de verdad vuestra opinión es muy importante, y en este especialmente por que no estoy segura de que vaya bien con los anteriores. Un saludo!!

1 suspiros:

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