"Memoria de pez"

miércoles, julio 08, 2009 Laura.S-P 4 Comments

A pesar de que ya me había despedido hasta septiembre, no he podido resistirme a colgar este relato. Espero que os guste y os emocione tanto como a mí, y una vez más, que paseis buen verano^^

La primera vez que oí la expresión “memoria de pez” fue cuando aún estaba en el colegio. La televisión nos bombardeaba con su cantidad habitual de anuncios, pero hubo uno que llamó mi atención. El anuncio en cuestión decía que los peces tenían una memoria muy corta, apenas un minuto. Mi madre se rió a causa del anuncio en aquel momento y dijo en tono muy serio a mi padre que a ella le gustaría tener memoria de pez y después volvió a reírse. En ese momento me pareció una tontería que alguien quisiera olvidar todo lo aprendido y quisiera volver a aprenderlo todo una y otra vez.
La expresión se volvió muy común, supongo que gracias al anuncio, y ahora todo el mundo iba por ahí burlándose de este o aquel por tener memoria de pez. Yo, como todos los demás, también utilizaba la frasecita del anuncio, pero la frase de mi madre seguía sin tener ningún sentido para mí. Hasta que la conocí y todo cambio.
Gracias a ella quise vivir mi vida intensamente, que cada experiencia fuera una explosión de sabor, color y sentimiento. El olor de la hierba recién cortada era nuevo cada día, fresco, dulce y atrayente. La sensación de la lluvia goteando por mi frente, su sabor, su textura y luego al dejar que el agua caliente de la ducha se llevará poco a poco la esencia salvaje de la tormenta, para dar lugar a una más franca y hogareña.
Pero sobre todo gracias a ella, pude ver lo grande que es el amor. El amor de una madre, de un padre, de una familia, y también el amor de un compañero, incluso, doy gracias al cielo por eso el amor de los amantes. Fue por ella que cada beso se volvió único, dulce, picante, intenso e irremplazable y a la vez efímero. Fue por ella que cada una de las caricias dejó un tatuaje imborrable en mi piel, como si cada vez fuera la primera vez.
Hasta que la conocí no entendí lo que quiso decir mi madre. Yo también quiero tener memoria de pez, quiero vivir los mejores momentos una y otra vez, como si fuera la primera y a la vez la última vez.
Ahora os pido que desterréis de vuestra mente toda idea de ella que hayáis concebido a lo largo de mi relato. Ella no tiene forma, ni color, ni peso, ni esencia. Ella como tal no existe. No, no me toméis por loco, tampoco es una invención mía. Es una persona, que tarde o temprano, todo el mundo conoce. Yo la he mirado a los ojos demasiado pronto, demasiado joven, pero gracias a ella, a su presencia, inexorable y acechante, a mi espalda, he sido capaz de sentir todo lo que os he contado. Es cierto que los oscuros ojos de la Muerte, me han mirado demasiado pronto, pero quizás eso me ha dado la oportunidad de darme cuenta de lo hermosa y frágil que es la vida, y cuanto merece la pena vivirla. Por eso me gustaría deciros a voz en grito y con una sonrisa que tengáis “memoria de pez” y que viváis cada día como el primero, y que jamás, jamás, olvidéis que la vida es el don más preciado y hay que disfrutarlo antes de que sea demasiado tarde.

4 suspiros:

Los comentarios me animan mucho a seguir escribiendo, asi que, si os gusta, comentad^^

El totem de hielo

martes, julio 07, 2009 Laura.S-P 3 Comments

Aquí os dejo otra de las entregas de Las leyendas del hielo, una serie de relatos que empecé a escribir antes de vacaciones. Me temo que esta va a ser la ultima actualización hasta septiembre, por que no volvere a tener internet hasta esas fechas, pero también os prometo que para entonces tendré terminada la historia de Inés&Raúl, que me está dando más quebraderos de cabeza de los que esperaba...En cualquier caso, espero que os lo paseis genial en verano y volver a veros por aqui en septiembre^^


Ella corría desesperada por el bosque. El viento gélido congelaba su apresurado aliento y entumecía sus articulaciones, pero seguía corriendo. Tropezó con una rama oculta bajo el manto de nieve y cayó rodando por una pequeña colina. Estaba aturdida por el golpe y las vueltas, pero aún así se levantó y siguió corriendo, lo que la perseguía daba mucho más miedo que unos golpes y un mareo.

Ya no podía correr más, sus piernas no le respondían. Llevaba horas corriendo por la nieve pero sus hambrientos perseguidores no abandonaban. Había conseguido distraerles un rato colgando su cazadora a un árbol, pero se habían dado cuenta de la trampa pronto y ahora aullaban furiosos y cubrían la pequeña ventaja a grandes zancadas.

Las ramas se enredaron en su pelo y en su ropa hasta que acabaron liberándola de golpe en un claro del bosque. Notaba los arañazos que goteaban sangre por toda su cara y a través del desgarrón de su jersey se colaba el frío, pero había merecido la pena, aquella barrera de árboles nudosos, de ramas intrincadas y afiladas detendrían un buen rato a sus perseguidores. Quizás lo suficiente como para permitirle escapar. Se puso en pie con esfuerzo y avanzó todo lo rápido que sus doloridas piernas le permitían, a través del claro. Fue entonces cuando lo vio.

No entendía como no había reparado en el antes. Una estructura vertical se alzaba como una columna en el medio del claro. Era gigantesco. Se acerco curiosa a la estructura blanquecina olvidándose por un momento de sus perseguidores. Nada más rozarla retiró los dedos sorprendida, sobre sus yemas se había quedado una fina capa de hielo. Era una columna de hielo. Observó fascinada los animales tallados en la columna: osos, lobos, ardillas, peces, alces…toda la fauna de ese bosque estaba tallada en aquel bloque gigantesco de hielo. La mirada de Sara se quedó entonces clavada en el único animal que no conocía. Sara se acuclilló para poder ver mejor al extraño ser. Era una criatura pequeña, de ojos saltones y unos cuernecillos retorcidos. Tenía un dedo sobre los labios como pidiendo silencio. A Sara le pareció un ser muy gracioso.

El crujido a su espalda hizo que Sara se pusiera en pie de un salto. Los lobos hambrientos habían conseguido pasar a través de la muralla de ramas y ahora entraban en el claro como locos corriendo hacia ella. Las piernas le temblaban como si estuvieran hechas de gelatina y no era capaz de moverse, sólo contemplaba como las fieras se acercaban a ella, fauces abiertas, ojos hambrientos, relamiéndose ya del festín que se iban a dar. Sara se pegó mas al tótem, buscando su helado consuelo y notando como las lagrimas cálidas empezaban a deslizarse por sus mejillas. El lobo más rápido estaba a poco menos de dos zancadas. Cerró los ojos.

Un aullido lastimero de un animal le obligó a abrir los ojos de nuevo. Vio que los lobos se habían detenido y gruñían a algo que ella no alcanzaba a ver. Uno de ellos estaba tumbado en el suelo, gimoteando en un charco de sangre. No entendió lo que estaba pasando hasta que sintió la presencia helada a su lado.

El diablillo del tótem, el que estaba pidiendo silencio, era ahora una estatua viva de hielo, que se interponía entre ella y los lobos. A su lado los crujidos se iban sucediendo, y del enorme tótem, se iban desprendiendo animales hechos de hielo que se asentaban junto a Sara. Una ardilla de hielo correteó sobre sus hombros hasta los del diablillo provocándole un escalofrío. Era un espectáculo tan hermoso como imposible y por un momento Sara pensó que estaba soñando. Las criaturas del hielo empezaron a avanzar hasta hacer retroceder a los lobos, que volvieron al bosque entre gruñidos furiosos y atemorizados. Sara levantó la mirada para observar al diablillo, que también la miraba con sus ojos traslucidos y vacíos, aunque Sara estaba segura de que estaba sonriendo.

Poco a poco los animales fueron volviendo a fundirse con el tótem para la desilusión de Sara a la que le habría gustado jugar un rato más con las criaturas del hielo. Al final sólo estaban ella y el diablillo, que sin mediar palabra la cogió entre sus brazos y alzó el vuelo.

Sobrevolaron el bosque a toda velocidad, y en unos instantes estaban aterrizando en la puerta de su casa. Ya se había hecho de noche y las luces anaranjadas del hogar se colaban a través de los cristales. Sara olisqueó la cena que su madre estaba preparando y se dio cuenta de repente de lo hambrienta que estaba. El diablillo seguí a su lado, observándola sin moverse, como si se hubiera vuelto a convertir en estatua. Alguien la llamó desde dentro de la casa, tenía que despedirse ya. Plantó un beso en la fría mejilla del diablillo, que se llevó un dedo a los labios, como pidiendo silencio. Ella lo entendió y asintió con la cabeza. Sería su secreto. Luego echó a correr hacia su casa y hacia el calor de los brazos de su madre.

Sara nunca sería capaz de encontrar aquel claro en el bosque de nuevo, pero el recuero de su peligrosa y fantástica aventura siguió siempre vivo, y lo relató a sus hermanos, hijos, nietos y bisnietos, y estos a los suyos, hasta que la historia de la niña fue pasando de la historia a la leyenda y de la leyenda al cuento:la niña y el tótem de hielo

3 suspiros:

Los comentarios me animan mucho a seguir escribiendo, asi que, si os gusta, comentad^^