Inés&Raúl: Aterrizajes forzosos(9ª parte)

viernes, mayo 29, 2009 Laura.S-P 6 Comments

Todavía siento el calor de la bofetada en mi mejilla, a pesar de que el frío de enero me azota con fuerza. He salido corriendo de casa, huyendo como una cobarde. Esa no soy yo, pero tampoco había visto a mi madre tan enfadad jamás.
Cuando he llegado a casa estaba en el salón, como siempre, recostada en su sofá de cuero favorito, leyendo un libro con la elegancia de un gato. Entonces me ha visto, sus ojos parecían que iban a salirse de sus órbitas. Se acercó a mí chirriando los dientes y con cara de furia y me agarró del pelo:
- ¿Quién te ha hecho esto?- dijo casi en un susurro rechinando los dientes
- Nadie, he sido yo sola- sigue agarrando mi pelo con fuerza
Sus labios se aprietan en una línea fina y blanca y sus ojos se abren tanto que empiezan a ser peligrosamente amenazadores Sigue tirándome del pelo con fuerza y temo que se quede con el mechón en la mano:
- ¿Y por qué has hecho una cosa así, niña estúpida?-
- Quería cambiar de estilo…- me tira más fuerte del pelo
- No me mientas niña, yo sé por qué ha sido – me coge de la barbilla con la otra mano y me obliga a mirarla directamente a los ojos – ha sido por él ¿verdad?-
- No sé de queme hab…-
- ¡He dicho que no me mientas!- es la primera vez que la veo tan alterada gritando, me arrastra hasta el espejo y me enfrenta con mi cara, mi pelo corto a mechones desiguales que yo misma he cortado –mírate, ahora eres fea, horrenda – los insultos me duelen pero trago saliva y me mantengo firme - ¿crees que el te querrá esta vez?- me acaricia la mejilla y siento como un escalofrío me recorre la espalda – No, cariño, ya te dejó una vez, ¿qué te hace pensar que no lo hará otra vez?- Me acerca más al espejo, tanto que siento el frío del cristal cerca de mi mejilla – y ahora has destruido todo lo que tanto tiempo me llevó crear por nada, por un chico que ni siquiera te quiere-
Eso fue la gota que colmó el vaso. Tiré hacia abajo intentando librarme de su mano pero su garra era demasiado fuerte. AL final sentí un dolor punzante y luego un quemazón en la nuca donde se había arrancado el mechón. Mi madre me miraba entre perpleja y furiosa con el mechón de pelo aún en la mano. Pero ahora yo también estaba furiosa, tensa y dolida. Raúl no me quería, pero yo le quería a él, y era duro cruel y sin sentido, pero era así. Pero mi madre, mi madre me estaba hablando como si yo solo fuera una muñeca, un títere en sus manos, y no quería ser eso, ni ahora ni nunca más:
- ¿Eso es todo lo que soy para ti?- estoy gritando y me mira con desaprobación, pero ya no me importa- Una niña mona de la que presumir ¿y ya está? – no se mueve ni un milímetro – no me quieres, nunca me has querido – la verdad me duele en el pecho pero aún así lo digo en alto.
- Claro que te quiero, ¡eres mi hija por dios! Todo lo que he hecho lo he hecho por ti-
- ¿si?¿Y que has hecho por mí, madre?-
- Te he cuidado, te he mimado y te he dado todo lo que hayas podido querer-
- Eso no es suficiente-
- He hecho lo mejor para ti siempre, aunque a veces tuvieras que llorar por eso-
- ¿Qué has hecho?- se me pone un nudo en la garganta y me cuesta respirar
- Tú ya lo sabes, en el fondo lo has sabido todo este tiempo- ahora sonríe con suficiencia
- ¡DILO!- tengo los nervios de punta
- Yo hice que Raúl se fuera - me quedo congelada en el sitio – yo fui quien le ofreció a su padre el trabajo – intenta acercarse a mí pero me alejo de ella – lo hice por tu bien-
Mi bien, que sabrá ella de eso. Es una presumida manipuladora sin corazón. Todas esas palabras y algunas más duras vienen a mis labios, pugnan por salir, pero me muerdo los labios hasta hacerme sangre con tal de no hablar. Ella puso la trampa y yo caí en ella. Todos estos años haciendo lo que ella quería, siendo lo que ella quería, para nada, para no estar a la altura de esa gran falsa que era yo misma. Y en el momento que intento cambiar, intento liberarme ahí está ella preparada, volviendo a echar sus redes pegajosas y escurridizas por encima de mi, atrapándome de nuevo. Pero no esta vez:
- No lo hiciste por mi, sólo tenías miedo de que me diera cuenta de lo que quería y que no me convirtiera en una falsa amargada como eres tú-
La bofetada me cruza la cara. Siento que una lagrima se escapa por el golpe y resbala por mi adolorida mejilla, pero nada más. No monto en rabia, ni la vuelvo a gritar, sólo me quedo callada y la miro como si no la mirara como si mirara a otra parte:
- ¡No me mires con esos ojos!-
Lo que veo es alguien que está perdida, que no tienen nada que hacer. Tiene el pelo revuelto y los ojos desorbitados, ha perdido el aura de calma y que normalmente la rodea. Ya no es la madre que yo conozco, lo ha perdido todo. Me doy la vuelta y me dirijo hacia la puerta. Ella intenta agarrarme pero yo me zafo. Cuando cierro la puerta todavía oigo su voz gritando algo, pero no llego a comprender qué es.
He acabado aquí sentada en el parque sola. Acabo volviendo aquí siempre que tengo un problema. No quiero volver a casa hoy. Las nubes tormentosas amenazan en el cielo gris oscuro. Hundo la cabeza en mis manos y mi valor se derrumba. Me hago un ovillo, agarrando las piernas con los brazos y enterrando la cabeza entre las rodillas. Mi ropa huele a jazmín, como la colonia de mi madre, ese olor que antes me reconfortaba tanto pero que ahora no me hace más que daño y me dan ganas de llorar. Noto el roce incómodo del vaquero contra mi mejilla amoratada, provocándome una sensación lacerante que me obliga a despegar la cara.
Hay un chico mirándome preocupado, le conozco, sé quién es, es muy importante para mí, pero las palabras no salen del todo:
- Vaya, no esperaba verte aquí-

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Inés&Raúl: Eva (8ª parte)

lunes, mayo 25, 2009 Laura.S-P 5 Comments

Bueno por fín la octava parte del diario. Siento mucho haber estado tan silenciosa, pero he estado ocupada con cosas de la universidad y avanzando mi libro y no he tenido tiempo de escribir, pero hoy he actualizado doble y espero que os guste. Un saludo





Eva
Desde el primer momento que la vi, la odie. Mi madre dice que era demasiado pequeña para acordarme, pero me acuerdo. Recuerdo aquellos ojos grandes oscuros, la melenita corta y esa sonrisita graciosa que encandilaba a todo el mundo. Recuerdo la admiración que despertaba los mimos que le daba mi madre y como miraba mi padre a su madre, pero lo peor era ella. Esa fierecilla con cara de angelito que los había hechizado a todos, pero no era más que una revoltosa disfrazada de princesita y allí la única princesa era yo. Ahí empezó la guerra.
Íbamos a todas las comidas con nuestras madres, con nuestros incómodos vestidos de algodón blanco almidonado y las horquillas molestando en la cabeza. Sonreíamos y hacíamos jugarretas inocentes mientras nos pellizcábamos por debajo del mantel. Fui a la misma guardería, a la misma clase de ballet, a la misma piscina…pasábamos todo el tiempo juntas. Era una lucha constante, pero de alguna forma lo pasábamos bien. Hasta que llegó él.
Él lo estropeó todo. Inés dejó de hacerme caso para irse con ese crío de ojos azules y mirada tranquila. Eso me enfadaba. Si, la chinchaba pero era mi amiga, pero hubo un momento en el que dejó de serlo. Dejó de existir esa lucha constante entre ella y yo, y el odio se volvió verdaderamente cruel. Era una niña repipi y presumida, orgullosa de su larga melena azabache que sólo se preocupaba de que los niños la miraran, y eso no cambio cuando él se fue, empeoró aún más y yo empecé a ser como ella, a querer superarla en todo, en volver a ser la princesita a la que todos miraban.

Casi me quedo sin aliento cuando la he visto entrar en clase hoy. Como siempre, la he visto entrar por el rabillo del ojo y he aprovechado la ocasión para hablar con Raúl, porque su indiferencia empieza a volverse muy molesta. Entonces he empezado a oír los murmullos y los grititos de sorpresa ahogados y me he vuelto para mirar. No creo que mis ojos puedan abrirse ya más, no comprenden lo que están viendo. Inés, la niña orgullosa de su melena larga y sedosa, ahora parece un chico. Se ha cortado el pelo muy corto, a mechones desiguales, como si lo hubiera hecho ella misma. Parece otra persona, se la ve intranquila pero sin perder el temple. Pasea la mirada por la clase buscando algo. A alguien. Yo sé lo que busca. Miro a Raúl que está sentado a mi lado. Él también la está mirando, su rostro está tan frío como siempre, pero yosé lo que está pensando, él no es más que otro estúpido orgulloso. Está pensando que está aún mas guapa con el pelo así, que sus ojos oscuros parecen llenos de luz y que se muere de ganas por levantarse y abrazarla, pero no lo hará, porque ella lo ha decepcionado y ha herido su orgullo. Ella es de lo único que habla. Apenas la menciona, pero sólo habla de ella. Habla de ella cuando me besa sin fuerza a penas, cuando pasa la mano sobre mis hombros como si fuera sólo un conocido y no mi novio, cuando tras hacerlo, exhausto mira al techo de mi habitación deseando que fuera ella y no yo la que estuviera desnuda a su lado. Yo sé todo eso, pero cada vez que me mira, me sonríe y me miente diciéndome que me quiere con un beso, yo soy feliz, una idiota feliz y engañada. Porque yo le quiero, yo también le he querido desde siempre, pero como siempre me ha dejado en segundo lugar. Me consuelo a mí misma pensando que él es mío de momento y le planto un beso en la mejilla antes de levantarme para hablar con ella:
- Vaya Inés, ¿le debías dinero al peluquero?-
- No, que va, simplemente me apetecía cambiar de imagen, ya sabes renovarme – retuerce entre sus dedos un mechón desigual – la vida es para los que se arriesgan ¿sabes?- y le mira como pidiendo que le dé la razón pero contraataco
- Y de los que no tienen gusto en tu caso –
- Puede, pero eso ya me da un poquito igual – me quedo sin respuestas un segundo eso me sorprende, pero no puede haber cambiado tan rápido
- Vaya, menos mal porque ayer mismo hablaba con Raúl de lo poco atractivas que son las chicas de pelo corto- ha merecido la pena hacerme pasar por imbécil para ver su cara herida, le mira otra vez pero él ya ha apartado la mirada. Cobarde, dejarás que la hagan daño por orgullo
- Entonces está bien que sea tu novio y no el mío – lo dice con naturalidad, pero su voz flaquea en la última palabra
- Ya lo sé, es un encanto – cojo uno de sus mechones y lo acaricio entre las uñas de manicura francesa perfecta – aún así estas preciosa, seguro que algún chico le gustan las chicas un poco…masculinas – me voy meneando el culo como la furcia que le acabo de demostrar que soy y me siento al lado de Raúl acariciándole el brazo

***
-¡¿ES QUE NO VAS A DECIR NADA?!¡¿VAS A QUEDARTE CALLADO COMO SIEMPRE. COBARDE?!- le grito
- Lo siento-
Es lo único que dice y me deja en el suelo gritando y golpeando las paredes, desesperada, despechada y sola:
´- Lo siento no es suficiente- logro balbucir entre sollozos, pero él ya no me oye

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Ven a mi

domingo, mayo 24, 2009 Laura.S-P 1 Comments

Puedo oír el viento golpeando las persianas metálicas. Es un viento primaveral furioso, que huele a lluvia, a hierba fresca y a algún retazo cálido de verano. Puedo oler y oír todos esos pequeños matices de ese malhumorado viento, pero no podía verlo. Vivo en un mar oscuro e inmenso, que siempre huele a limpio, demasiado limpio para ser verdad, pero este viento me trae recuerdos de aquella noche, aquella hermosa noche.

El cielo estaba completamente negro, y el sonido de los truenos amenazaban de fondo con tormenta. Entramos en el bar, mis amigos y yo, entre risas y gritos roncos, chispeantes por las copas que nos habíamos bebido ya. El local estaba lleno de humo, y yo lo veía todo ralentizado, como flotando entre cortinas de azul pálido que desaparecían entre mis manos. Ella llegó hasta mí. Me hipnotizó con una sola mirada de sus ojos negros. Era fresca y dulce como una noche de verano. Olía a colonia de marca y champú afrutado. No pude evitar tocarla, deleitarme con la suavidad de sus hombros huesudos y disfrutar con la sonrisa de esos labios pintados de rosa tímido. Sabía a brillo de labios de frambuesa con un toque de vodka.

Salimos del bar. No dijimos nada, nos escabullimos entre la multitud, probándonos en cada esquina, dejando que la ropa no fuera nunca más un estorbo y mordisqueando los pliegues del deseo.
Fuera llovía a cantaros. La lluvia arreciaba con fuerza y los relámpagos cruzaban el cielo como hilos plateados sobre un manto ultramar oscuro. Las luces de las farolas se debilitaban ante el envite de la naturaleza, y los postigos de las puertas ahogaban su chirriar en la inmensidad del trueno. Ella bailaba, dejando que la lluvia empapara su pelo y su ropa, dejándome entrever su cuerpo delgado y firme de bailarina. Sus ojos se desdibujaban entre manchas oscuras de mascara de ojos, su piel brillaba con el tono anaranjado de las faroles, llamándome tentándome. La besé de nuevo, con calma. Sus labios eran un oasis cálido para los míos que deseaban posarse allí para siempre. Sus ojos estaban esperándome cuando cesé mi deseo, negros, profundos y achinados, llenos de recovecos que ya me moría por descubrir, de pasión, de misterio y añoranza de tiempo en que fueron más felices.
Estaba tan absorto en sus ojos que no vi las luces hasta que fue demasiado tarde. No eran las luces plateadas del cielo, tampoco las mustias luces urbanas, eran luces blancas, de neón. Dos luces blancas recortadas por la lluvia, dos faros paralelos que auguraban la tragedia. La empujé a un lado alejando de mí el suave aroma de su cuerpo y el cálido sabor de sus besos. El dolor duró un instante, sólo el instante que tardó mi cabeza en golpearse contra el diabólico borde de la acera, tras ser embestido por el coche. Luego todo empezó a ponerse rojo, y luego intensamente negro. Dejé de sentir mi cuerpo y empecé a flotar en un mar de absoluta negrura al que sólo llegaban sonidos apagados de chillidos, sirenas y voces que se perdían en susurros.
No sé cuánto tiempo ha pasado desde entonces, pueden haber sido horas, minutos o años, no lo sé con certeza. Alguien cierra la ventana y dejó de sentir el viento en mi mano, pero huelo algo mucho más conocido. Colonia de marca y champú afrutado. Una mano suave y pequeña envuelve la mía, con un amor tan tierno como el de una madre. Si pudiera sonreír, ahora mismo lo haría. De mis amigos poco he sabido desde que la noche me engulló, pero la colonia y las manos suaves están allí cada vez que consigo rozar la superficie. Me impulsan, tiran de mi, quieren acercarme a ella, de nuevo sentir sus besos, pero no llego, no alcanzo y vuelvo a caer. Ahí viene de nuevo, la oscuridad vuelve a atraparme, todo se vuelve difuso y oigo unas palabras casi ahogadas entre las lágrimas:
- Ven a mí-
Y mi mano se mueve entre las suyas

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1er Premio

miércoles, mayo 13, 2009 Laura.S-P 4 Comments

Bueno para todo tiene que haber una primera vez y he decidido colgar este premio. No me malinterpreteis, no es que los demas no me parecieran importantes, al contrario me hace muy feliz recibirlos, pero no me parecia merecerlos y hoy como tengo alta autoestima he decidido colgarlo. DE cualquier formar, muchisimas gracias a todos los que me nominasteis antes^^
Decir quién te lo entrega y agradecerlo:

Gracias a No solo relatos cortos. Fuiste uno de los primeros blogs que leí y probablemente la primera de mis seguidoras, y eso es un puesto muy importante y no lo olvidare^^

2 –Mencionar 7 cosas extrañas/raras/diferentes sobre ti
1. Me encanta salir descalza a la terraza cuando hay tormenta
2. Me se la declaración de Darcy de Orgullo y Prejuicio de memoria XDD
3. Mis inspiraciones van por etapas, a veces pintura a veces escribir
4. No me gusta el amarillo por que pienso que voy a conunto con mi pelo
5. Siempre prefiero lo salado a lo dulce y lo frio a lo caliente
6. No podría escribir ni dibujar sin canciones que me inspiraran.
7. Me encanta ser "rara" considero que ser normal es sumamente aburrido y tedioso

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Aquelarre

lunes, mayo 04, 2009 Laura.S-P 6 Comments

Me escabullo entre las sombras de la caseta como un pequeño ratón de campo. La ventana emite un crujido al cerrarse, pero todo el mundo duerme dentro, nadie me oye. Mi vestido blanco raído huele a naftalina, secretos y misterio. Mi pelo huele a magnolias, las que se entrelazan entre mis rizados cabellos. Mi corazón late a toda prisa en mi pecho, urgiéndome a seguir andando, a llegar por fin a la ansiada reunión.

Los robles del bosque me protegen bajo sus fantasmagóricas formas, susurrando sus hojas una canción más antigua que la tierra. La luna está oculta en el cielo esta noche y solo algunas tímidas estrellas se atreven a brillar frente a la oscuridad. Mi aldea es también un sombra que se aleja poco a poco, callada y temerosa, supersticiosa y creyente de las viejas tradiciones grabadas en nuestra sangre como el trabajo marca nuestras manos. Mis pies suplantan a mis ojos, llevándome por el camino que cientos de veces han recorrido. Conocen cada recodo, cada piedra y cada hoyo de este camino y guían a mi espíritu hábilmente hasta llegar al prado. Las otras ya están allí. Figuras menudas y algunas regordetas, que completan un círculo albo en torno a un hombre. Mi respiración se hace más intensa al verle y siento como el rubor colorea mis mejillas. La cruel luna decide iluminarnos con su luz mostrando al círculo mi rubor. Atravieso el círculo hasta el centro. Todas susurran un mantra turbador que embota mis sentidos. También lo hace su esencia, su olor dulzón e intenso, el color de su piel tostada por el sol brillando para la pálida luna. Esta completamente desnudo y por su pelo gotean pequeñas perlas de luz. Ya se ha purificado, es consciente de sus deberes. Se acerca a mi y se me olvida respirar. Me va desatando las tiras del vestido poco a poco mientras que el círculo albo canta su mantra. Sus manos son diestras y suaves, como una caricia.

Nuestros cuerpos se funden al son del cántico que ha aumentado de volumen. Sus manos prenden llama en mi piel, mientras sus labios trazan senderos aterciopelados y dulces por mi piel. El dolor está presente, pero mi mente está llena de él, del aroma de las magnolias que se han desprendido de mi pelo, de la luna que observa fría desde el cielo nuestro ritual. El ritual que la honra, la entrega de mi doncellez en una de luna llena, dentro de un círculo de luces tan blancas y puras como lo era yo antes de esta noche. La unión entre sol y luna, hombre y mujer. El ritual termina en un espasmo, una oleada de placer doloroso que arque mi espalda y me nubla mi vista, mientras un cálido reguero de sangre se desliza por el interior de mi muslo. El aquelarre ha acabado. Mis antiguas hermanas se deslizan de nuevo entre las sombras del bosque, dejándonos solos en el claro, nuestros cuerpos desnudos bañados por la luz celeste. Me susurra al oído y me besa en los labios. No puedo evitar sonreírle. Él ha sido mi elegido, con él pasaré el resto de mis días, y si Selene quiere, cuando tenga una hija, la traeré aquí y la iniciaré en el ritual, como llevamos haciendo siglos y siglos. El aquelarre se transmitirá como una marca de sangre generación tras generación, hasta que nuestras líneas se borren por la mezcla y nuestros huesos no sean más que polvo que alimente la tierra de nuestra querida Selene. Pero para eso queda mucho, mucho tiempo.

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