Muebles para las esquinas complicadas del alma

jueves, agosto 25, 2016 Unknown 0 Comments

La cama me echa de una patada.

Farfullo malhumorada desde el suelo, maldiciendo a cada uno de los hilos de mis sabanas. 

¿Por qué habían decidido guardar entre sus fibras el calor de nuestros encuentros?

Me hacían pasar las noches en vela, esquivando, dando vueltas, huyendo de las quemaduras de tercer grado, los recuerdos más ardientes. 

El espejo del baño me mira con desdén, y hasta se permite escupirme y llamarme fea. Gruño por lo bajini, maldiciendo a los suecos por no diseñar muebles que estén de mi parte.

Es que vosotros no lo sabéis, pero mi casa está en guerra. Contra mi. Porque me odia.

No tengo refugio más que en la despensa, pero claro, esas estanterías han visto mucho mundo (son chinas), y ya tienen bastante con lo suyo. Suspiran amargadas y me dedican una mirada que claramente lee "que cada palo aguante su vela". Decido ignorar su sermón encubierto mientras busco unas galletas rancias que llevarme a la boca.

Vale, lo confieso, si hay alguien con derecho a odiarme, es la nevera. 

Ella solía ser la doña importante de la casa: llena de caprichos para dos, usualmente seguidos por semana de comidas de arrepentimiento, y reconozcámoslo, también fue testigo de algún encuentro amorosos, y oye, fuera del dormitorio da mucho caché.

Ahora es como una vieja rica venida a menos, aún con su abrigo brillante de acero inoxidable, pero por dentro las bandejas vacías emulan unos huesos blancos y desgastados. Ya no hay comida para dos, y mi una se ha quedado sin hambre.

¿Cómo no recorder ahora los miles de comidas que compartimos?

Tú, besando la marca de mi pinta labios en el vaso, porque decías que robarlo de mis labios era poco original.

Que excentricidad. Los recuerdos son como la salsa agridulce que va acumulando moho en la nevera (más razones para odiarme...). En su día fueron agridulces, ahora son un pasaporte seguro al hospital, acompañado de dolor. 

Mientras lameteo el azúcar de la galleta, y esquivo los furiosos mordiscos del cojín de pelo (sí, sí, aquel que metí en la lavadora y se volvió enano), pienso un poco en ti.

Los cuadros vacíos me acusan desde las paredes, me recuerda nuestra pasión Uzbeca (sí, tú y yo siempre fuimos demasiado low cost para la Turca). Las fotos explotaron, lo prometo, así de repente el día que te marchaste, saltaron desde sus marcos y cometieron seppuku, mirándome a los ojos. Ahora que lo pienso, ese fue el comienzo silencioso de la guerra, luego siguieron los cojines y las mantas y finalmente hasta la tele me odia ¿no se supone que es la caja tonta? No tan tonta como para no entender que debe odiarme.

Observo las cosas de nues... mi casa, pero lo que más me duele son los huecos que dejaron las tuyas

¿Quién diría que unas perchas vacías y unas solitarias escarpias podían poner los pelos de punta? Lo que te queda por aprender Stephen King... 

Los pedacitos que te llevaste de mi también me asustan y me acechan, pidiéndome que mueva la mano y coja el teléfono... pero igual que veo el desdén en el espejo, puedo ver las grietas irreparables en lo nuestro. 

Voy hacia el estéreo, que siempre fue mío y no nuestro, y dejo que la suave voz me acune:

I was a dreamer before you went and let me down,
Now it's too late for you
And your White Horse, to come around...

Y me dejo caer en el sofá, arropada por una manta, que sorprendentemente está de mi parte.

Es un comienzo, y eso, me basta




0 suspiros:

Los comentarios me animan mucho a seguir escribiendo, asi que, si os gusta, comentad^^

Carta a un antiguo extraño

viernes, mayo 13, 2016 Unknown 1 Comments

Querido antiguo extraño,

Siento la demora en mis palabras, tardaron en llegar, pero al fin están aquí.

Me gustaría primero decir unas palabras sobre cómo te conocí, como el primer rayo impactó en mi como una herida abierta en el corazón del cielo. Desde entonces todo cambió.

Con pequeños tropezones iniciales, un poco de escepticismo por mi parte y dudas por la tuya, comenzamos a conversar, a compartir, se podría decir que a soñar.

Eran momentos en los que la distancia nos hacía daño y que el café de la maquina endemoniada nos parecía el mejor caldo para la complicidad y las sonrisas.

Ah... como nos mentíamos a nosotros mismos... una vez que empezamos a abrir la caja de las verdades fueron saliendo una detrás de otra, sin poder parar el impetú y la necesidad que les daba alas.

Tanto tiempo, tantos días, tantas horas y semanas jugando a ese tira y afloja. Mi sinceridad contra tu negación. Aún recuerdo cuando escondías la fragilidad de tu compromiso entre muros de palabras huecas y manidas.

Prometía cada día no volver a hablarte, acabar por fin con esa tortura que me inflaba y luego me hacía estallar contra el duro suelo con cada uno de tus retrocesos.

Nos hicimos tanto daño que no entiendo como podíamos seguir. Ah, no, sí, si que lo entiendo, fue por mi tenacidad, porque me negaba a creer que todo lo que mi corazón sabía como cierto fuera más que una nube de ilusión.

Al final estallamos.

Volaron los bloques de hormigón de los muros como si de livianas plumas se trataran. Estallaron en un fuego de satisfacción y dicha. Que asustada estaba, pero que tierno fuiste conmigo.

Desterré mi armadura, mi espada, mi escudo... la batalla había acabado. Por fin podía descansar.

Que tiempo tan maravilloso, que conversaciones hermosas a solas, sin nada ni nadie de quien escondernos. Me sentía pletórica, satisfecha y con un ligero achispamiento, como tras beber una cerveza a pleno sol. Todo era tal y como yo lo había imaginado. No me importaban tus defectos, ni siquiera aquellas veces que desnudando tu alma conmigo sentía miedo, de ti, de mi... Tampoco me importaban las otras que pudieran estar en tu pensamiento, porque yo era tuya y tú eras mio.

Como toda cerveza a pleno sol... al final llega la resaca.

Me sacaste a patadas de mi mundo de fantasia, de mi nube de felicidad. Necesitabas tiempo, necesitabas espacio... y yo, tonta de mi, te lo di. Cedí a tus deseos porque al fin y al cabo, me habías demostrado de sobra que me querías... ¿no?

Entonces llegaron los velados reproches, las culpas a repartir y me encontré con la dura realidad de que el mundo de fantasia, no había sido más que eso, un espejismo construído por mi en los pilares de tu inseguridad y tu intolerancia a la soledad.

Aún así mi terquedad, mi atracción hacia ti me podía y seguía ahí al pie del cañón... te dejé destrozar todo lo que sentía por ti bien de cerca, hasta un punto que ahora mismo no reconozco lo que hay.

¿Donde está la energía?
¿Dónde está la sonrisa que era para ti?
¿Donde está la sensación de ser querida?

La has mandado de un pelotazo a la papelera como si de un ticket mal usado se tratara. No lo quieres, no lo quieres ver, no lo quieres sentir... solo quieres algo facil... algo que no agite tu pequeño mundo...

Si sólo fueras el primero... si sólo fueras el primero aún podría tener la capacidad de perdonarte, de decir "esto pasará" pero mis fantasmas me enseñaron bien y mis vivos cuidan de mi. No te daré más.

Olvida mi cariño.

Olvida mi soporte.

Si no quieres lo que hay, no esperes que esté ahí cuando te caigas. Por mi como si te estampas.

Pensaba que nadie me podría usar más que Él, pero has batido un record. Te di mi confianza, mi seguridad y has hecho mierda en el polvo con todo ello.

No te preocupes por mi, no me debes nada. Yo tampoco quiero nada de ti.

Soy hielo y soy fuego, y estoy harta de cabrones que no me quieren.

Oh, no te preocupes amor mío, seguiré con la charada, pero jamás de los jamases te vuelvas a atrever a hacerme daño.

Un saludo y hasta pronto,


1 suspiros:

Los comentarios me animan mucho a seguir escribiendo, asi que, si os gusta, comentad^^