Luces en la noche

domingo, septiembre 25, 2011 Laura.S-P 1 Comments

La letanía de las sombras se cernía poco a poco sobre la ciudad. Las luces de mil colores, hacían frente a la ausencia del Sol, llenando el escarpado relieve de la ciudad de luz artificial y brillante.
Las estrellas, desde aquel cielo anochecido, contemplaban las luces de la ciudad sin disimulada envidia. Antes ellas eran las dueñas de la noche y junto a la impávida luna, iluminaban u oscurecían a su antojo la noche de los caminantes.
Ahora no eran más que puntos pálidos en el cielo. Habían sido olvidadas. Los niños de la ciudad solo pintaban una luna solitaria en el cielo. Los poetas ya no hablaban de ellos, y los enamorados preferían ahora refugiarse en parque con farolas anaranjadas que hacían de manera torpe y brusca, el trabajo que ellas sabían hacer tan bien. Ya ni siquiera los marinos, sus más antiguos seguidores, pasaban las noches contemplándolas, decidiendo que rumbo debía tomar su barco. Ahora existían grandes y precisos mapas y costosos aparatos electronicos que les decían donde ir. 
Así que aquella noche, especialmente tristes, las estrellas abandonaron su puesto en el cielo nocturno y bajaron a la tierra.
Vagaron por las calles sin descanso, preguntando a extrañados viandantes si conocían sus nombres, los nombres de las estrellas. Ellos negaban confundidos. Y las estrellas dolidas seguían su camino, apagándose su luz poco a poco.
Ya desistían las estrellas en su gesta, cuando una descubrió a un humano, que miraba al cielo a través de un telescopio y se preguntaba donde habrían ido esa noche las estrellas. 
Era un hombre viejo pensaron las estrellas entristecidas. Sólo un hombre viejo y sólo las echaba de menos. En ese momento apareció correteando al lado del anciano, un niño, un niño muy pequeño. El niño se acercó al abuelo, y con sus ojos llenos de lagrimas preguntó:
- ¿Por qué se han ido las estrellas abuelo?-

Aquella tristeza en sus palabras, llenó de alegría el corazón de las estrellas, pues si un niño era capaz de echarlas de menos, es posible que hubiera cientos, quizás miles, que también estuvieran mirando al cielo y pensando donde se habrían ido las estrellas.
Las estrellas volvieron al cielo alborozadas y brillaron con toda su luz aquellas noche. Era tan brillante su luz, que hasta las luces de las ciudades palidecieron. Los urbanitas levantaban su vista al cielo, y por primera vez en mucho tiempo se maravillaban con la belleza de un cielo nocturnos; todos ellos, viandantes, enamorados y hasta los marinos dejaron de faenar para mirar a un cielo lleno de brillantes estrellas.
Ya nadie las olvidaría.

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Corazón altivo

sábado, septiembre 10, 2011 Laura.S-P 0 Comments


Son siempre mis pensamientos tuyos. Lo son también mis desvelos, y en esta hora oscura, la una, el sueño me robas de nuevo.
Remendaría mis palabras, nada más salieran de mi boca, si el tiempo así me lo permitiera. Odio y me escuecen cada palabra que ha llegado a herirte, por eso en esta historia no habrá más reproches, ni miradas, ni nada, sólo un corazón altivo, que en tus manos fue a caer, y desde sabe Dios cuándo, solo late por tu ser. Es ese, mi corazón altivo, quien humilde te dice que te ama, que otra cosa no se atreve a desear, no espera más que el tuyo, también testarudo, sepa querer y perdonar los errores de una servidora, que tiene tantos defectos como virtudes y que gratamente es toda tuya. 

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El amor friki

viernes, septiembre 02, 2011 Laura.S-P 2 Comments

Estaba claro que la fuerza me acompañaba aquel día. Me había levantado pronto  y me había tomado mi gran tazón de cereales chocolateados frente a la televisión, tan ignorante yo de lo que me esperaba. Luego fue cuando las cosas empezaron a ir bien, mi camiseta favorita, la del logo de linterna verde estaba limpia y planchada esperando a que la llevara con orgullo en el día más claro y la noche más oscura...
Eso ya había sido bueno, pero el día había mejorado mucho cuando al llegar a clase me encontré con ELLA. 
Llevabamos semanas tonteando, pero ella decía que no le gustaban los frikis y que jamás nos entendería, así que yo ahogaba mis penas en eternas temporadas de todo lo que echaran por televisión, incluído sexo en Nueva York... ella era perfecta, todo lo que yo podía desear, era encantadoramente guapa, con una sonrisa preciosa y unos ojos...vaya ojos tenía. Su único fallo es que no era friki, y según ella el mío que yo lo era. Una vez me preguntó que cómo sería mi mujer ideal y le dije que me haría sonreír cada día y sería fan del Doctor Who. Ella sonrió de una manera muy extraña y no dijo nada, así que esa mañana cuando entré en clase y la encontré vestida con unos pantalones vaqueros cortos y una camiseta que rezaba "Bowties are cool". Sólo eso habría sido ya  sido suficiente pero cuando su boca sonrió diciendo " En el día más brillante, en la noche m´´as oscura, el mal no escapará a mi vista...el poder de Green Lantern"no pude evitarlo y  y sin pensarlo dos veces, me encontré a mi mismo besándola como si de una película se tratará... 
Ella pasó los brazos por detrás de mi cuello, sumergiéndonos a los dos más en el beso y cuando al fin conseguimos separar nuestros labios ante el estupor de toda la clase, ella fue la primera en hablar:
- Sabía que así lo entenderías, que yo te quería y que haría cualquier cosa por tí - susurró en un jadeo
Yo la miré, acaricié su pelo y le dije algo que yo ya sabía hacía tiempo pero que nunca me había atrevido a decir:
- Tú ya eras perfecta antes - ella sonrió aún más - Tu eres mi Rose Tyler...pero con algo de Amy Pond - ella rió y volvimos a besarnos. 

Una historia dedicada a todos aquellos frikis que hay por el mundo, porque no todos los amores son de novela romántica.

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