La estatua de hielo

miércoles, diciembre 01, 2010 Laura.S-P 2 Comments

Una de mis historias para mis Cuentos del Hielo. Es algo larga y pronto terminaré el primer dibujo. Espero que os guste^^


Cuenta la leyenda, que tiempo atrás había un bosque habitado por una hechicera, llamada Iode. El bosque era un lugar inhóspito y agreste y los aldeanos lo temían. Nadie se atrevía a caminar por sus senderos sin compañía. Ni una sola rama era arrancada de sus árboles, ya que los más ancianos sabios advertían que el bosque era el corazón de la propia Iode y aquel que se atreviera a dañarlo perecería bajo el poder de su magia.
Eran pocos los que habían visto a la hechicera y habían vuelto para contarlo. Los testigos comentaban en susurros plagados de temor y admiración que era una mujer muy hermosa: Su cabello era rojizo, llameante como el fuego y su piel pálida como la nieve en primavera. Pero lo más inquietante eran sus ojos, de un verde tan intenso que veían a través del alma.
Un día cuando Iode se bañaba en su estanque favorito oyó como una manada de lobos se acercaban aullando. Perseguían a un joven que llegó a trompicones al borde del estanque y luego cayó inerte. La hechicera salió del agua y llamó a los lobos. Estos le contaron que el joven estaba mal herido, que huía de los suyos y que lo habían perseguido hasta el interior del bosque. La hechicera sintió pena del desconocido y con su voluntad flaqueando sostuvo el rostro del hombre entre sus manos. Era un joven muy hermoso y al abrirse sus ojos levemente Iode pudo ver que eran de un color violeta profundo y su corazón se perdió en ellos.
Así pues la hechicera se apiadó del joven y le llevó a su guarida para cuidar de sus heridas.
Cada día que pasaba el amor de Iode se volvía más fuerte y el bosque se llenaba poco a poco de flores y vida. Pero ella sabía que cuando sus heridas sanaran debía dejarlo marchar.
La despedida fue agridulce ya que el joven declaró que él también la amaba y que volvería por ella. Así, Iode guardó esa promesa muy dentro de su corazón.
Pero los años pasaron y el joven no regresó. Iode esperaba cada día, vagando por el bosque desde el amanecer hasta bien cerrada la noche, pero él no llegaba. Las flores empezaron a marchitarse y el bosque entero se llenó de un color rojo anaranjado, un otoño que no parecía tener fin.
Un día en el estanque en el que se conocieron, la hechicera, desesperada, hechizó a una paloma blanca y la mando en busca del joven. La hechicera vería todo lo que la paloma encontrara desde aquel estanque.
Mas lo que vio no fue lo que la hechicera deseaba. Él ahora vivía en una de las aldeas cercanas al bosque, con una mujer y una niña pequeña.
Se había olvidado de ella.
Las aguas se enturbiaron como el corazón de Iode y en aquel momento todo se volvió negro. El despecho se clavó en el corazón de Iode como un cuchillo, sin compasión alguna. Después llegó la ira, abrasadora y enorme. Entonces prendió llamas el primer árbol.
Siete días y siete noches ardió el bosque bajo la ira de la hechicera, tiñendo el cielo de rojo, como la sangre y violeta como el dolor.
Al octavo día, Iode despertó y la ira se había congelado. Se había convertido en sed de venganza. La hechicera caminó por el bosque ennegrecido por el fuego, tramando su venganza.
Su plan se llevó a cabo con total frialdad. Convirtió el bosque en un lugar donde las estaciones no ejercían su efecto. Dejó que los aldeanos se acercaran al bosque sin sufrir daño alguno, siempre paciente, esperando que la noticia se extendiera el destino lo llevara hasta sus manos.
El día de la venganza no tardó en llegar. La familia llegó bajo una nieve inclemente y tan pronto cruzó la frontera del bosque, la nieve cesó y pronto encontraron un claro cubierto de hermosas flores primaverales.
Apareciendo como de la nada, una bandada de brillantes mariposas rodeó a la niña. Esta, encantada, corrió de un lado al otro del claro persiguiendo a aquellas coloridas criaturas, y cuando las mariposas se internaron en el bosque la niña las siguió.
Los senderos se hacían más oscuros y tenebrosos según la niña se internaba en el bosque. La atmosfera se hacía más espesa, el odio lo llenaba todo y la hechicera vigilaba cuidadosamente a su presa mientras esta se encaminaba a su trampa.
Al llegar al centro del bosque, la niña se lo encontró cubierto por una capa de nieve blanca, tan helada como el corazón de la propia Iode.
La hechicera apareció de entre los árboles, temible, con la mirada helada y sedienta de venganza.
Se acercó a la niña que temblaba de miedo y se encogía tras su osito de juguete.
Iode, con la mano alzada, dispuesta a acabar con la vida de la niña a cambio de su corazón roto, bajó entonces la mirada y se encontró con la mirada asustada de la pequeña.
Sus ojos eran violetas, del mismo color traslucido que el de sus padres.
Al ver aquellos ojos la hechicera volvió a sentir cariño y compasión en su corazón y dándose cuenta de lo que había estado a punto de hacer a una criatura sin culpa alguna bajó la mano. Pero su ira y su venganza clamaban por sangre.
Desesperada, al sentir que su magia se descontrolaba por las emociones opuestas, y pugnando por no herir a la niña, intentó convertirse a sí misma en una estatua para que su ira no pudiera dañar a nadie jamás.
Sin embargo, la magia, que era tan antigua como sabia, esculpió una estatua de hielo a imagen de Iode y allí encerró sus malos sentimientos.
Allí quedó tallada la estatua, en frío hielo y rodeada de nieve y la hechicera pudo liberarse de toda la oscuridad de su corazón.
Y así, la hechicera devolvió la niña a sus padres, viéndola marchar alegre y sonriente, de la mano del primer y único amor de Iode.
Desde aquel día la entrada al bosque no volvió a estar vedada a los aldeanos, ni la hechicera volvió a ser nombrada con temor, si no que ahora los aldeanos buscaban en ella consejo, curas y hechizo. Mas cuando alguien acudía a ella con el corazón llenó de oscuridad y dolor, Iode les guiaba por los senderos más oscuros, hasta el corazón del propio bosque, al claro cubierto de nieve, donde les esperaba, imperturbable, la estatua de hielo. Cualquiera que tocara aquella estatua quedaba al momento liberado de las sombras de su corazón, pues estas quedaban encerradas dentro de la estatua, junto a las de la hechicera.
Así fue durante generaciones, hasta que la vida de la hechicera llegó a su fin y cuando ella expiró su último aliento, el bosque comenzó a marchitarse rápidamente hasta desaparecer. Pues el bosque era el corazón de la bruja y con ella debió de marcharse, aunque dejó atrás un campo de flores, de un violeta intenso y precioso, recuerdo del hombre que siempre tuvo su corazón.

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Me gusta...

domingo, noviembre 14, 2010 Laura.S-P 2 Comments

Me gusta que me sonrias y no digas nada

Me gusta que me mires y lo digas todo

Me gusta quererte sin tener una razón

Y me gusta que cada día me des una razón nueva para quererte

Me gusta que me beses el cuello,

Pero también que cojas mi mano en la tuya

Me gusta que me tiemblen las piernas con tus besos

Y que me arranques las sonrisas con tus bromas

Me gusta…me gusta…me gusta

Resumiendo,¡ me gustas tú!

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Maldad

miércoles, noviembre 10, 2010 Laura.S-P 0 Comments

Y la soledad se nos cuela en el alma resquebrjada, retorciéndose por las esquinas de nuestras verguenzas, haciéndonos mezquinos, crueles... No hay mayor verdad en nuestra naturaleza que nuestra maldad, por que al igual que las sombras hacen la luz más brillante, es la lucha contra la negrura, más o menos profunda de nuestro corazón lo que nos hace piadosos...
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Mix de historías

lunes, noviembre 08, 2010 Laura.S-P 2 Comments

Hola bloggeros y bloggeras favorit@s! He decidido empezar una nueva manera de escribir (al menos por un tiempo). Aquí abajo aparecen dos comienzos de dos historias diferentes, la idea es que comenteis eligiendo una de ellas y dentro de unos días, cuando haya algun voto escribiré la segunda parte de la historia que hayais elegido, también con varias opciones. De esta manera sois vosotros los que me ayudais a elegir las historias!!
Espero que os guste esta nueva idea ^^
Besitoooos

1.
- Calla - le digo
Él me mira extrañado pero no dice nada más. Nos escabullimos entras las sombras del parque. El vigilante casi nos pilla en dos ocasiones. La tensión es magnífica.
Las nubes se alejan de pronto y la luna aparece, redonda como un queso, ilumnándolo todo con claridad diurna.
El estanque parece ahora un lugar propio de un libro gotico donde los amantes, ella muerta él vivo, se encuentran cada noche. Se me escapa una risilla, pero el aliento casi se me congela cuando una mano me aprieta el hombro.
- ¡Estúpido!- le siseó y puedo ver como su cara se ilumina perfectamente en la oscuridad.
- ¿Estás lista?- asiento con la cabeza y meto un pie en el estanque. El agua está fría, pero me refresca los pensamientos. Cuando me llega hasta la cintura me doy cuenta de que no hay vuelta atrás y me lanzo.
Me sumerjo hasta el fondo del estanque y busco con las manos. El fondo es blando y asqueroso...Las tonterias que hace una por amor...
2.
El calor era tan terrible, que incluso las chicharras se habían silenciado. El aire era denso, espeso y pegajoso, tan pesado como una manta. La arena de la playa se me quedaba pegada a la piel y ni siquiera el olor a mar fresca me eliminaba la sensación de pesadez...pero ay, ay, la dichosa camomila...todo olía a camomila: mi ropa, mi pelo, mi piel e incluso mi alma...Una extraña en la noche, el sabor de un beso a fresa, el olor de mujer mezclado en camomila, y despertar en la playa con la boca sabiendo a arena y una servilleta arrugada entre los dedos con dos frases:

GAME ON
¡BUSCAME!
¿Qué voy a hacer?¿Qué vais a hariaís vosotros? Yo lo tengo claro, mientras me levanto y sonrío tan cansado como euforico por el comienzo de un nuevo da diferente al resto...un día que huele endiabladamente bien a camomila...


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Desde el corazón

miércoles, octubre 27, 2010 Laura.S-P 1 Comments





uela, te digo, vuela. No le temas al vacio ni a la ignorancia, extiende así tus alas blancas. Irás a lugares donde no te creerán, donde no te acojan e incluso dudarán de ti, mas no temas, ya que incluso en la más oscura de las noches encontrarás refugio en la esperanza y en el anhelo.

Hazle frente a quien con violencia te confunde y a aquellos, que solo por pasión te tratan, enséñales que no hay éxtasis más puro que abrir al corazón al otro.

A aquellos, que usando tu nombre en vano, el corazón les rompieron, ofréceles el consuelo claro de la mano amiga. Porque no hay red más segura que la sonrisa de un amigo verdadero, ni manta más cálida que el abrazo de una madre.

A ti, y a tu ausencia, se han dedicado novelas, canciones, poemas y lienzos.
Tú que eres tan frágil y huidizo y a la vez tan enorme, que por ti imperios enteros se hundieron en el fango y los muertos volvieron de la tumba a tu llamada.

Tú que cientos de nombres reclamas…

¿Cómo debería yo llamarte?
Amor

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Las líneas del corazón

miércoles, octubre 06, 2010 Laura.S-P 4 Comments

El día era horrible, absolutamente horrible. No había ni una sola nube en el cielo, el calor era agradable y olía a césped recién cortado. A mi todo eso me hacía un nudo en el estómago y me daba ganas de vomitar.
Nada más salir de clase me puse los cascos, con Rammnstein sonando a todo volumen, para no oír el alegre parloteo de la gente y distraerme lo suficiente para no ver a los enamorados primaverales, que se besaban y abrazaban en el césped bajo el sol de Mayo.
No quería que nada de eso estuviera pasando, preferiría que el día fuera gris y oscuro, que el césped estuviera encharcado, porque si dentro de mi todo estaba tan roto y magullado ¿por qué el exterior era tan hermoso? No, no era justo, nada había sido justo, normal o alegre en las últimas semanas.
El tren llegó a su hora y esa monotonía, esa rutina, me infundió algo de ánimo. Al menos había algo que no cambiaba que no cambiaría repentinamente, dejándote devastado e inútil.
En el vagón viajaban apenas unas diez personas. Era pronto y en los primeros días de la primavera, después del largo invierno, la gente acostumbraba a quedarse descansando un rato en el césped, hablando con los amigos y discutiendo lo cerca que estaban los exámenes y lo pronto que tendrían que ponerse a estudiar. La dulce alegría de la ingenuidad. Mis amigos, preocupados por mí supongo, habían insistido para que yo también me quedará pero rehusé con una sonrisa y algunas bromas. Me sentía tan solo en mi dolor que no quería que ellos rozaran siquiera esa sensación.
El paisaje pasaba a toda velocidad por las ventanas. El mismo paisaje cada día, en cada viaje, otro pequeño atisbo de normalidad que tranquilizó mi inquieto corazón.
Apagué el reproductor de música y dejé que el silencio atronador me envolviera, y que el ligero traqueteo del vagón me arrullará un poco. Quizás si me quedaba dormido no sentiría mi vacio.
Sin embargo, no todo era silencio. Me di cuenta al poco, cuando se fue pasando el efecto del exceso de volumen en mis oídos. Si prestabas atención se podía escuchar un sollozo suave, casi un hipido. Busqué con la mirada por el vagón y de pronto vi que había una chica sentada frente a mí en el vagón.
Ella también iba sola. Sujetaba, más bien estrujaba, un pañuelo empapado de lágrimas en su puño. El pelo castaño, muy largo, se había quedado pegado a los mofletes en una maraña húmeda y pegajosa. Cuando ella levantó la mirada nuestros ojos se encontraron.
Vi en su mirada el mismo dolor que veía en la mía. En sus ojos gris acero vi que ella también sufría, que su corazón estaba roto como el mío. Sentí que su soledad era uno con la mía y el nudo de mi estómago se hizo más tirante para luego aflojarse poco a poco.
Con la valentía que sólo puede exhibir un extraño, me levanté de su asiento y me senté a su lado ofreciéndole un pañuelo. Ella sonrió, débilmente con los labios aún temblorosos por las lágrimas. Yo le devolví la sonrisa, algo cohibido porque ni yo mismo sabía lo que estaba haciendo, pero no me iba a mover de allí.
Cuando se hubo secado las lagrimas y sonado la nariz un par de veces, agachó la cabeza hundiéndola entre las manos y dijo con la voz aún temblorosa y cortada:
- Me ha dejado…y duele…mucho –
Yo tenía razón. Lo que yo había sentido al mirarla a los ojos era cierto, ella estaba tan abandonada como yo. Éramos dos personas a las que les habían arrancado un trocito de su alma, pero que sorprendentemente aún andábamos, hablábamos, comíamos y sentíamos. Le puse la mano encima del hombro y ella alzó la cabeza con un respingo:
- Si, duele muchísimo, pero tarde o temprano se pasará –
Cuando lo hube dicho en voz alta me di cuenta que llevaba razón. Llevaba tanto tiempo lamentándome en mi dolor que no me había dado cuenta que poco a poco la herida se iba cerrando. Yo había amado, había sido amado y me habían despreciado. Empezó tan repentinamente como terminó, pero yo no me arrepentía. No tenía por qué hacerlo, sólo tenía que superarlo. Ella pareció comprenderlo también y esta vez sonrió de verdad y sus ojos se iluminaron un poco.
Recuerdo que aquella tarde recorrimos la línea entera, muchas veces hablando, otras muchas en silencio. Fue maravillosamente extraño. Ella sonreía y yo notaba como el peso de mi corazón se iba haciendo más ligero con esas sonrisas y veía que la tristeza de ella también se hacía menos espesa.
Al despedirnos la besé en la frente. Como todo en aquel viaje fue improvisado y sincero. Ella pareció confusa al principio pero luego sonrió de nuevo para mí. Era la sonrisa de una amiga, de una compañera de soledad. Se despidió con la mano y se marchó.
Podría deciros que no volví a saber de ella y que no la volví a encontrar y que aquel fue el mejor viaje de mi vida…pero os diré la verdad.
La verdad es que salía cada día corriendo de clase para coger ese tren esperando que ella estuviera allí. Esperando volver a verla. No sé lo que esperaba de verdad, quizás solo verla sonriendo al hablar con alguien o ver esos ojos grises sin tanta tristeza.
Los meses pasaron, pasaron los exámenes, el verano y el comienzo de curso y yo empecé a olvidarme de ella. Se convirtió en un recuerdo precioso, en algo que se atesora y se guarda.
Era un día como cualquier otro, yo con mi música taladrándome los oídos, el traqueteo rítmico del vagón y la cabeza llena de cosas que hacer. Seguro que habéis sentido alguna vez ese hormigueo en el cuello, cuando alguien os mira. Eso es exactamente lo que sentí yo, seguido de una sensación de vacío en el estómago. Ya sabía lo que iba a encontrar cuando me diera la vuelta.
Sus ojos grises me miraban ahora brillantes, traslucidos, llenos de luz propia. La garganta se me quedó seca cuando ella sonrió. Tanto tiempo buscándola y ahora no sabía qué decirle. Las palabras más torpes salieron de mi boca:
- He estado buscándote – dijo mi lengua de trapo mientras su sonrisa se ensanchaba.
- Lo sé – ella puso su mano suave sobre mi cara – Ya no duele –
No dijo nada más pero fue suficiente. Entendí que ella había estado curándose, al igual que yo, esperando al momento en que el corazón dejara de doler y estuviese listo para otra aventura hacia lo incierto. Ambos estábamos preparados para esa aventura, comprendí mientras besaba sus labios y daba el pistoletazo de salida hacia lo genuinamente incierto.

FIN

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El diario de los amantes bobos (Parte 1)

jueves, septiembre 16, 2010 Laura.S-P 1 Comments

Buenas de nuevo lector@s!! Aqui traigo la nueva entrega de mis diarios, aunque para los que les gusten las historias largas, siento decepcionarles, pero este solo tendrá 3 partes y bastante cortas cada una. Esta historía se me ocurrió hablando con un amigo, sobre lo dificiles que son todas las relaciones y de lo complicado que lo ponemos todos, hombres y mujeres. Espero que sepais leer entre líneas ^^

Diario de Elena, 1995

Hoy he tenido mi primera cita con David, el chico ese sobre el que escribía antes, ese tan guapo, con esos ojos tan verdes que cuando sonríe parece que te vas a caer de culo…El otro día me invitó a salir, bueno algo así. Vino con gesto cabreado, tanto que mis amigas se apartaron pensando que nos iba a pegar o algo, se me quedó mirando y luego me dijo que tenía entradas para una “peli” que nadie quería ver con él y que si quería ir con él. Me moría de ganas por decirle que sí, pero entonces habría parecido una chica fácil así que espere un par de días hasta decirle que sí.

Ese día era una matojo de nervios, vacié el armario encima de la cama, pensando en qué ponerme y como estar guapa, MUY guapa. Me pasé horas durante el espejo maquillándome, peinándome y echándome toda la clase de potingues que tenía.

Una pena, por que cuando llegué el apenas me miró y en seguida me llevó dentro del cine. Era una película muy romántica, de esas que hacen llorar y todo. Yo esperaba esperanzada, que cuando los protagonistas después de todo el drama, acabaron besándose bajo la lluvia, él cogiera mi mano y me besara a mí también. Y de verdad que parecía que iba a hacerlo, pero al final parece que se arrepintió y volvió a meter la mano en la bolsa de las palomitas.

La película terminó y ya era hora de volver a casa. Me acompaño hasta la puerta y nada más, ahí también me quedé con las ganas del beso, pero que se le va a hacer, al final igual solo me invitó porque tenía una entrada de más. Debería haberme lanzado en vez de esperar a que se lanzara él…

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Busco colaboradores!!!!

jueves, septiembre 09, 2010 Laura.S-P 1 Comments

ATENCIOOOOOON!!!
Bueno esta entrada no es un relato, sino una pedida de ayuda a todos los que leeis y seguis mi blog.
Os informo de que he abierto un nuevo blog, aunque no es de relatos cortos, y que me gustaría contar con colaboradores para ese nuevo blog...
La idea del blog es hacer reseñas sobre libros que hayais leido y dar una pequeña opinión. Nada serio, como si fueras a recomendarle el libro a un amigo.
La idea surgió de que todo el mundo anda siempre preguntandome qué leer y he llegado a la conclusión de que debe de haber un montón de gente con el mismo problema y ya que como el titulo del blog, yo como libros, pues no está mal compartir un poco no??
Bueno la dirección del blog es esta
http:/yocomolibros.blogspot.com

Os recomiendo que leais la descripción, pero a grandes rasgos es lo que yo os he contado, y si alguno está interesado, no tiene más que dejarme un comentario y nos pondremos en contacto.
Un saludo y muchas gracias a todos!

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De película

lunes, septiembre 06, 2010 Laura.S-P 3 Comments

“Nadie obtiene en esta vida todo el cariño que se merece”
La frase flotaba una y otra vez por mi cabeza mientras volvía a casa del cine. La película había sido magnífica, la banda sonora era tan intensa y triste que el corazón se estremecía, aún así, esa frase me había calado mucho más hondo que lo demás.
Quizás fuera porque fui al cine sola y al estar rodeada de gente mucho más acompañada, mi soledad se hizo más grande. Quizás fue porque de alguna manera, me sentí identificada con la protagonista y su vida llena de tesituras, enredos y dolor.
No sabría concretar el por qué, pero esa frase se había colado en lo más oscuro de mi mente y no era capaz de sacarla de allí.
Yo tampoco había obtenido todo el cariño que merecía, ni siquiera el que necesitaba, y ahora, a pesar de que mi vida no había llegado aún a la madurez, me sentía terriblemente vacía y falta de ese calor, que solo se puede conseguir con amor.
Abrí la puerta de mi casa, y mi gato, gordo y viejo, se coló entre mis piernas frotándose y haciendo así de su saludo la única muestra de cariño de mi día. Me agaché para acariciarle tras de las orejas y lo cogí en brazos mientras me dirigía al salón.
No esperaba yo lo que aguardaba sentado en mi sofá. La misma sudadera negra que el día que se marchó, dejándome ese vacío helado en mi interior. Los mismos ojos, ahora más cansados, en los que yo me había mirado tantas veces, como un espejo de aguas turbias. Las mismas manos, cruzadas en un gesto nervioso, que me agarraron aquel día por las muñecas. La misma boca, que susurró ahogada las palabras que fueron mi muerte y que suplicaban una y otra vez que no llorara.
Me había quedado muda. Él permanecía silencioso. Descruzó las manos, mostrándome una copia de la llave de mi casa, que aún conservaba. En mis brazos el gato pugnaba por liberarse de mi férreo abrazo, a cada momento más tenso. Lo dejé ir y trotó hacía él, que recompensando su lealtad le acarició hasta que el caprichoso felino se aburrió.
Yo seguía sin palabras y por fin él se lanzó a hablar. Me dijo cuánto lo sentía, se disculpo por sus errores y melló sus defectos. Destapo su alma ante mi, una vez más. Mientras yo, apenas le escuchaba, solo veía como se movía, sus manos, ansiosas, jugueteando con un cordón, y sus ojos brillantes por lo que se podrían llamar lagrimas de hombre.
Fue ahí cuando recordé otra frase, de otra gran película, mucho más antigua y sin querer, como en un momento romántico digno de cualquier filme, salió de mis labios:
- Calla, calla… ya me tenías con el hola -

Buenas!! Me he tomado un descansillo entre estudio y estudio para escribir esta mini historía. Me ha costado lo mio redactarla, porque está basada en un suceso personal algo doloroso, pero para mi es una manera de dejarlo atrás ^^.
Para los que estén interesados, la primera frase pertenece a la película "Memorias de una geisha" que si no la habeis visto os la recomiendo, por que tiene unas frases y una fotografía genial. La segunda pertenece a "Jerry Maguire" protagonizada por Tom Cruise y que a mi me gusta mucho también!
Un saludo y feliz vuelta de vacaciones a los que ya estais por aquí ^^

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Sensualidad

sábado, agosto 28, 2010 Laura.S-P 5 Comments

Nuestras manos no se tocan, ni nuestros labios están si quiera cercanos a rozarse. Te acaricio con la mirada, sigo las líneas rectas de tu rostro, que me llevan a tu cuello y después a tu torso. Siento como tu cuerpo se estremece ante mi mirada, como si fuera una caricia, liviana, etérea, casi fantasmal. El aire sale de tus labios sin producir un sonido, solo para acariciar mi oreja, después mi cuello y desate en todo mi cuerpo oleadas de calor y frío al mismo tiempo.
Ahora los dos temblamos, deseosos de poder apagar nuestro fuego y calentar nuestro frío al abrigo del abrazo del otro; pero seguimos sin tocarnos. La distancia es cada vez más escasa y puedo ver el verde moteado de tus ojos y sentir como tu olor, tu aroma, me envuelve, me nubla los sentidos e intenta quebrar mi voluntad.
Alzas la mano y yo casi la uno a la tuya en el aire, pero no hay roce. Entre nuestras manos pasa el aire, casi asfixiado por el calor que desprendemos, pero aún así pasa.
Un milímetro más cerca.
Apenas es un suspiro lo que nos hemos movido, pero ya puedo sentir tu calor más cercano al mio, una llama que se crece, amenazando con convertirse en un incendio, devastador, que nos queme a los dos.
Noto tus deseos, tus anhelos, tu ansia, que juguetean con mis pecados, haciéndolos de los dos.
Ya sólo hay medio suspiro entre nosotros.
Veo más allá del verde moteado de tus ojos, siento como, febriles al igual que los mios, vuelven su caricia más intensa, tanto que juraría que mi ropa se ha movido respondiendo a tu necesidad de apartarla para poder tocarme.
Nuestros labios están tan cerca, que desde lejos jurarían que nos estamos besando. Pero nuestros labios no se tocan. Bailan una danza muy antigua, en la que sólo hay dos invitados, puritanos ellos, que negandose a rozarse, giran y giran al mismo compás.
Uno de los puritanos rompe su clausura y alcanza al otro. Es un roce tan suave que parece que no ha existido, pero en mi interior ya prenden llamas.
Alargo el roce ansiosa, disfrutando del tacto de tus labios, su carnosidad y su sabor, tan tuyo. Tú tampoco te marchas y con el cuidado de quien sujeta algo delicado posas tus labios contra los mios.
Esta vez si hay roce. El incendio se propaga, empieza en algun punto oscuro de mi pecho, pero pronto se ha extendido y ahora campa a sus anchas por todo mi cuerpo, desde la punta de mis dedos, que ardiente se muere por tocarte, hasta mi cabeza que da vueltas como un carrusel de feria.
Cierro los ojos e imagino. Yo alzo la mano y te toco. Tú dibujas las líneas ondulantes en mi cuerpo con la yema de tus dedos. Atrapas mi cabello entre tus manos y me acercas a ti. Yo capturo el beso. Nos unimos. Mi cabeza. Mi cabeza. Cada vez da más vueltas y de pronto hay un estallido y todo se vuelve ligero, como si flotara...
Nuestros labios se han separado.
Recuperamos la compostura y nos cobijamos de nuevo en la oscuridad. Una sonrisa aletea por tus labios y vuela presta hacia los mios...
Ha sido solo un beso, tan solo un beso, pero ha sido bastante, más que suficiente...ENORME...
Rompes nuestro pacto y me coges de la mano. Ahora si sonrío de verdad.

Buenas!! Ya he vuelto del verano! Con las pilas cargadas como podeis comprobar. Esta historía es algo que se me ocurrio viendo una pelicula antigua, en la que un simple beso denotaba tanta (o más) pasión que todas las escenas "subidas de tono" que se pueden ver hoy en televisión. Es una especie de homenaje a la sensualidad. Espero que os haya gustado ^^

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El momento del silencio

domingo, junio 06, 2010 Laura.S-P 4 Comments

Los sueños aún me arropaban cálidos y abrumadores cuando la brisa cálida de la noche me alborotó el pelo.

A esta hora de la noche, incluso la luna se había ocultado tras las nubes para descansar su brillo.

A esta hora todo dormía.

La ciudad, tan bulliciosa durante el día, respiraba ahora calmada con los suspiros de aquellos que se acurrucaban plácidos bajo las sabanas.

Sentía el calor de los ladrillos entre mis dedos, me hablaban de tardes de sol y calor, en las que sus inquilinos se guardaban bajo toldos color verde esperanza, abanicándose pesados y adormilados, intentando aguantar el verano.

El verano había llegado hace pocos días, y los edificios brillaban con una luz especial, con su blanco, el terracota y el marfil. El brillo alegre tras un invierno lluvioso y gris hacía ensombrecer a las anaranjadas farolas.

Respiré el aire de la noche, que olía a plácidos sueños y miré a la luna, que había vuelto de su escapada en las nubes.

El momento había pasado y ahora se escuchaban coches a lo lejos, sonidos de una ciudad dormida solo en apariencia. Mi ciudad y mi sueño, ambos volvieron conmigo a la cama, contentos de haber presenciado ese momento eterno y fugaz.

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Carta de un futuro probable

domingo, mayo 16, 2010 Laura.S-P 5 Comments

Hola, mi nombre es Brooke y estoy viviendo el fin del mundo.
Parad todas las ideas que tenéis ahora mismo sobre el fin del mundo. No ha habido grandes catástrofes naturales, ni una gran guerra, ni armas nucleares. No, a los que estéis leyendo esta carta os diré que lo que acabó con el mundo fue la estupidez humana, pero sobre todo su vanidad.
Debo contaros como es mi mundo de ahora. No imaginéis calles vacías con grandes plantas rodadoras yendo de un lado a otro. Ni la naturaleza tomando las ciudades. Tampoco hay animales salvajes ni seres venidos de otro planeta.
Todo sigue estando casi como en vuestra época, las calles siguen estando llenas de gente que pasea de un lado a otro con sus prisas y pensando solo en sus cosas. Quizás eso fue lo que nos trajo hasta aquí, que nadie se dio cuenta de lo que les ocurría a los otros hasta que fue demasiado tarde.
Voy a dejarme de misterios y catastrofismos y os diré de una vez que es lo que pasa en mi mundo que lo hace tan terrible…
¿Recordáis a aquellas modelos delgadas de vuestro tiempo?
¿Recordáis cómo se las vanagloriaba y se las trataba como a diosas de la delgadez?
¿Recordáis como todas queríais ser como ellas y os sometíais a dietas horribles solo para adelgazar un kilo?
Pues bien todo eso se ha llevado al extremo en mi mundo. Hubo un momento, un momento extraño, en el que una mujer, que creía con todas sus fuerzas en esos dogmas, subió al poder del país más poderoso del mundo.
Su extrema delgadez aparecía a cada momento en la televisión, en las revistas, en internet. Su rostro chupado, de pómulos huesudos y labios abultados empezó a ser el referente para todo el mundo. No me refiero solo a un puñado de adolescentes hormonadas que haría cualquier cosa para parecerse a ella. No, fue todo el mundo: altos directivos, amas de casas, ministras…desde el escalafón más alto al más bajo, las mujeres fueron cayendo bajo esa absurda maldición.
Hubo resistencia no lo dudéis, hubo unas cuantas que decidieron resistirse y seguir siendo como eran…pero su resistencia duro poco. Las grandes empresas textiles, frotándose las manos al ver que la nueva tendencia les ahorraría mucha dinero en materiales, empezaron a hacer sus tallas cada vez más pequeñas, tanto que un día, aquellas que habían decidido resistirse no tuvieron donde ir a comprarse la ropa. Cuando entraban en una tienda, las esqueléticas dependientas las miraban con desprecio y las decían que allí no había ropa para gente como ellas.
Las hicieron sentir gordas. Las hicieron sentir miserables. Las hicieron verse horribles. Las hicieron sentir tan mal que al final cayeron como todas las demás.
Y os preguntareis que estaban haciendo los hombres en aquel momento ¿no?
Al principio ellos también adoraron a aquella huesuda mujer que las había embrujado a todas , pero poco a poco, al ver que los cuerpos de sus amantes, de sus mujeres, des sus hijas, dejaban atrás sus sugerentes y sanas curvas para dar paso a un saco de huesos apenas recubierto de piel, comenzaron a alarmarse. Fueron ellos los primeros en darse cuenta de que aquello que tan sugerente parecía en las páginas de las revistas, cubierto de maquillaje y photoshop, no era nada atractivo en la vida real.
Ellos se rebelaron, se rebelaron con todas sus fuerzas. Intentaron decirlas que eran hermosas, las más hermosas, sin importar el peso o el aspecto que tuvieran. Pero ellas no les escucharon.
Nadie escuchó. Nadie quiso ver. Nada se hizo, y pronto empezaron los sucesos más escalofriantes empezaron a ocurrir.
Lo primero que empezó a ocurrir es que las tiendas de comida comenzaron a cerrar. La gente no comía más que apio y algunas zanahorias. Hubo algunos que incluso empezaron a alimentarse solo de suero.
Luego llego la época de las discusiones. Yo era muy pequeña por aquel entonces, pero mi madre siempre me decía que podías escuchar a la gente gritarse durante toda la noche. El hambre auto impuesta, volvía a las personas irascibles. Las peleas empezaban por cualquier nimiedad.
Luego llegó la Época del Silencio y la caída de los hombres.
El silencio llegó cuando los hombres cayeron o viceversa, el caso es que un día uno de aquellos hombres que tanto luchaban por hacer sentir a sus mujeres hermosas se volvió como ellas. Dejó de comer, dejo de sonreír y se volvió huraño.
Cayeron muchos en aquella época, pero algunos, los que aún no tenían las neuronas demasiado adormiladas por el hambre, decidieron huir de las ciudades. Huyeron más allá de las junglas de cristal y metal para refugiarse en el campo donde la comida crecía de la tierra y la locura por la delgadez no llegaría.
El último de los grandes problemas fue el más terrible de todos. Los niños. No hubo más de ellos. Ni uno más.
Quizás no lo sepáis pero la extrema delgadez que mantenían las mujeres las hacía infértiles, y aquellas que por alguna extraña casualidad quedaban embarazadas abortaban en seguida, ya que no querían ver su escuálido cuerpo hinchado por la felicidad del embarazo. Y ya no hubo más niños.
Aquellos que nacieron antes de la locura seguían siendo mantenidos por sus padres, pero con la misma austera e incompleta dieta que sus padres practicaban.
A veces los veía pasar escondida tras mi ventana. Andaban medio sonámbulos por las calles, con los ojos hundidos en el rostro, sin sonrisas, sin ganas de jugar. El hambre era demasiado grande…
Creo que con todo lo que os he contado os hacéis una idea de cómo es mi mundo ahora. Yo nací antes de toda la locura, pero por suerte para mí mis padres siempre fueron rebeldes. Mi madre nunca dejó que nadie la hiciera sentirse mal por tener “curvas” como le encanta decir a mi padre, que la abraza por la cintura y le dice que le encanta que sea “mujer”.
Yo tengo la suerte de decir que nunca he pasado hambre y que aunque nunca he jugado con otros niños, siempre he sido feliz.
Hoy voy a dejar la ciudad para siempre con mis padres. Iremos a vivir al campo, a una casa rodeada de huertas de las que podemos alimentarnos.
Sé que es probable que este programa ya no funcione y no envíe mensajes al pasado, pero si alguien lo lee, me gustaría que se parara a pensar un momento y se lo dijera a todo el que pueda.
No dejéis que vuestro mundo se convierta en el mío.
Sentiros hermosas aunque todo el mundo os diga lo contrario.
La talla de la ropa no marca vuestra valía recordadlo.
Espero que en el futuro sigáis sonriendo.
Me despido deseándoos mucha suerte.
Brooke

Espero que os guste esta entrada, después de haber estado tanto tiempo sin escribir, estoy un poquito oxidada XD

Siento estar actualizando tan poco ultimamente, pero he estado un poco en dique seco y centrándome más en la pintura ultimamente, pero bueno intentare esforzarme un poquito y actualizar aunque sea una vez al mes.

Un saludo


PD: aqui esta la dirección de mi pagina en deviant art por si alguien está también por esos lares y quiere echarme un ojo ;)

http://cameliasecret.deviantart.com/


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En mi armario

miércoles, marzo 03, 2010 Laura.S-P 8 Comments

La entrada numero 60 y quiero dedicarla a un relato que llevaba mucho tiempo con ganas de escribir. No es demasiado largo os recomiendo leerlo, sobretodo a mis lectoras, porque igual os hace pensar un poquito.
Y con esto también inaguro la nueva imagen de mi blog!!


La luz fría de febrero se cuela rencorosa por las rendijas y me salpica en la cara. Parpadeo aún adormilada y me revuelvo un momento bajo las cálidas mantas negándome aún a salir a una mañana tan fría que me ha levantado de esa manera. Pero al final la luz rebelde gana y me levanto de la cama.

Mis articulaciones suenan quejumbrosas, oxidadas como los goznes de una vieja puerta, pero es que yo soy vieja.

En el espejo me saluda la misma cara que lleva saludándome desde hace más de ochenta años. Mismos ojos grises, ahora más apagados; misma piel pecosa que ahora parece más un trapo viejo sucio. Tampoco dedico mucho tiempo a mirarme al espejo, nada ha cambiado de ayer para hoy ni cambiará para mañana.

Después me dirijo aún desperezándome del sueño al armario, y lo abro.

Una pequeña nube de polvo sale del armario al abrirlo. Las minúsculas motas revolotean en el aire, jugando con la misma luz que me despertó momentos atrás. Son como decenas de pequeñas luciérnagas suspendidas en la nada.

El polvo huele a viejo siempre, también a sucio, pero sobre todo a recuerdos, y eso es de lo que más hay en mi armario.

Primero busco zapatos, porque el suelo esta frío y mis pies empiezan a enfriarse.
Los primeros que veo son los zapatos que llevaba cuando tenía veinte años. Son de colores llamativos, un arco iris de color en el mundo de los zapatos. Altos, brillantes y estilizados como el primer día, zapatos para ver el mundo y que el mundo te mire cuando pasas. Los desecho con una sonrisa, de esas que dicen que ya has vivido bastante y has visto lo suficiente como para no necesitar que nadie te mire, y cojo de la balda más cercana unas botas negras, ajadas y viejas, pero blandas y cómodas, que envuelven mis pies con su tacto familiar.

Luego, con los pies ya calientes, busco el resto de la ropa entre los recuerdos de mi vida. Ah, los vestido de los treinta, cuando te estabas comiendo el mundo, trajes de oficina, blancos, negros e incluso alguno rojo, agresiva y fiera, dispuesta a comerme el mundo. Los rechazo, ya no tengo ganas de pelear por cosas que no merecen la pena, cuanto me gustaría haber podido decirme eso en aquellos momentos…aunque no creo que me hubiera escuchado. Con un pequeña risita elijo esta vez un vestido azul, del color del cielo, con florecitas estampadas.

Pertrechada como estoy ya, me vuelvo al baño para peinarme. Mi pelo ya no es del rojo brillante que acostumbraba en mi juventud ni de la multitud de colores que lo fue en mi madurez, cuando aún intentaba engañar al tiempo cubriendo mis canas. Ahora era blanco, como la nieve y yo me enorgullecía de ello.

Al abrir los cajones los recuerdos me asaltan de nuevo. Maquillaje, pintalabios y máscara de pestaña, todos resecos y cuarteados por el desuso, pues ya no me importa mostrar mis arrugas, cicatrices de mil batallas en mi rostro, y esconderlas bajo una máscara, por hermosa que sea, sería como negarme a mí misma mis años vividos, y eso es, de lejos, un precio demasiado caro por un bien tan efímero como la belleza.

Me miro por última vez al espejo y veo todas las mujeres que he sido. La joven de los veinte, alocada y vivaz, con el mundo bajo sus tacones de aguja. La de los treinta, una pantera disfrazada de mujer en una jungla llena de hombros, segura y dispuesta. La de los cuarenta, madre entregada y febril trabajadora, amante y esposa, amada y cálida. La de los cincuenta más sabía ya que joven, más tranquila que fiera. La de los sesenta y los setenta, la mujer que se encuentra a sí misma después de haber encontrado todo lo demás y decide por fin descansar.

Y por último, la de los ochenta, la que me devuelve la mirada en el espejo, con sus botas viejas pero cómodas, con su vestido amplio, su pelo cano y su cara lavada. Y es esa mujer la que me sonríe y me dice con alegría que nunca es demasiado tarde para ser feliz y que la mejor forma de empezar un día feliz es con un buen chocolate con churros.

Será esa mujer la que vean por la calle todas las personas que van corriendo a trabajar, que quizás piensen que solo es otra jubilada que sale a desayunar, que lleva ropa horrenda y apenas se ha peinado. Pero solo ella sabrá que todas esas cosas que ellos ven, no merecen la pena, que lo único que importa de verdad es….SER FELIZ.

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el juego (Parte 2)

jueves, enero 21, 2010 Laura.S-P 3 Comments

Mientras corría por las calles inundadas a toda velocidad, aún resonaban en mi mente sus palabras, el aroma de su cigarrillo, el humo flotando a mí alrededor como una tela grisácea muy fina.
“El nudo de mi garganta casi no me dejaba respirar y el escozor de los ojos me decía que las lagrimas no tardarían en llegar. Él se había quedado en silencio tras mi estrangulada pregunta. Apagó el cigarrillo sobre uno de los ceniceros y salió de las sombras. No pude vislumbrar mucho, solo una piel morena, unos labios finos rodeados de una barba de pocos días, negra y espesa. De sus ojos solo intuí un destello, que se coló bajo la oscura ala de su sombrero. Ese destello me erizo el vello de la nuca e hizo que de mi boca se escapara un suspiro involuntario. Él sin percatarse de los cambios sufridos por mi estado de ánimo volvió a hablar con su magnánima voz:
- En nuestro juego hay trece cartas, trece pruebas, trece escalones, trece pistas que te llevarán hasta el final – volvió a ocultarse bajo las sombras – en cada una de las cartas habrá un reto y una pista que te llevará a la siguiente –
- Y si no las encuentro todas –
- Todo se quedará como al principio y sólo habrás perdido unas míseras horas de tu desdichada vida – el metal frío de sus palabras se hundió agudo en mis heridas – pero si acabas, tu vida cambiará, te lo prometo –
Asentí aún temerosa, las manos heladas por el miedo y el corazón palpitante de una esperanza casi suicida. La sonrisa se oyó en su voz cuando me dio la primera pista:

- Esta llave abre la segunda pista, es una de las taquillas de la estación. Corre –

Y yo obedecí. Ahora estaba perdida en medio de una gran estación llena de gente. Todo el mundo cargaba grandes maletas de todos los colores, se encontraban con viejos conocidos e incluso algunos niños correteaban alrededor de sus padres enfundados en chubasqueros multicolores. Yo parecía una mancha gris y triste en medio de todo aquel colorido y aquella felicidad, pero en ese momento no me importó. Solo buscaba desesperada la taquilla 138 donde me esperaba la siguiente pista.
Sin embargo, por más que pregunté nadie conocía dicha taquilla. De hecho todos los trabajadores a los que pregunté me miraron extrañados y declararon con miradas de incredulidad que en la estación solo había 130 taquillas y que por lo tanto la que yo estaba buscando no existía.

Rendida me senté en el suelo, apoyando la espalda desafiante contra la taquilla 130 y preguntándome por primera vez, si aquello no sería más que una broma absurda y cruel y yo nada más que una tonta que había en ella sin pensar.
No sé cuanto tiempo pasé mirando el techo acristalado de la estación, pero cuando volví, él estaba mirándome, apoyando la barbilla sobre las manos y estás sujetas en el mango de una vieja fregona. Tenía ojillos pequeños, azulados, casi ocultos por un millar de arrugas que rodeaban sus ojos. Al mirarle sonrió y todas las pequeñas arrugas se unieron para dar paso a una sonrisa, blanca y sincera:
- ¿Qué hace ahí sentada jovencita?- preguntó su voz cascada
- Buscar una taquilla que no existe- respondí lacónica
- Vaya y si no existe ¿por qué la está buscando?- preguntó con genuina curiosidad
- Por un estúpido juego – dije resignada

El hombre calló unos instantes muy largos y luego con una voz completamente distinta, como si hablara de algo muy importante, se inclinó y murmuró:
- ¿No buscará usted la taquilla 138, verdad? –
Parpadeé incrédula y me limite a asentir con la cabeza. La sonrisa del anciano, se amplió un poco, haciéndose más picara y juvenil. Entonces alargó la mano para ayudar a levantarme.
Su mano era áspera, llena de arrugas y callosidades que hablaban de años de trabajo. Al verle de cerca me pareció que debía ser casi tan viejo como la estación. Su pelo tenía el mismo color grisáceo que las vigas de hierro y sus ojos el azul celeste de las antiguas marquesinas. El propio anciano parecía parte de la estación, y así se movía por ella.
Conocía todos los pasillos, las puertas ocultas, las horas de llegada de los trenes las baldosas que sobresalían. Todo.
Me llevó por lugares casi vacios, aquellos donde la gente no llegaba y por fin a una sala pequeña, parecida a un invernadero, con dos de sus paredes acristaladas y otras dos cubiertas por intrincados dibujos de azulejos. En el medio, iluminadas por la escasa luz del cielo plomizo, había unas taquillas.
Eran mucho más antiguas que las que había visto antes. Estas eran verdosas, con grandes manchas rojizas de oxido y algunas de otros colores debido a la suciedad y al desuso. Me acerqué a ellas casi corriendo ante una divertida risotada del hombre.
La taquilla 138 estaba casi escondida, en un lateral. La más pequeña parecía quererse separar de sus ajadas hermanas. Era la menos deteriorada, verde por todas partes y con un tacto suave. Me volví hacia el anciano interrogante que me dedicó otra de sus enigmáticas sonrisas.

Con las manos temblorosas conseguí sacar la pequeña caja que había en el interior. Parecía tan antigua como la taquilla o como el limpiador que me observaba en silencio, sin embargo estaba limpia, no había nada de polvo sobre ella como si la abrieran cada día y alguien se encargara de limpiarla. Dentro había una foto y una entrada de cine para la sesión de las cinco.
La foto era en blanco y negro, amarillenta por los bordes. La chica que miraba desde ella sonriendo, tenía los ojos grandes y negros y estaba abrazada a un joven guapo y altivo que la sonreía a ella también:

- Era mi esposa – dijo de repente el anciano sobresaltándome – cuando éramos muy jóvenes – hizo una pausa y me dedicó una sonrisa melancólica- murió el año pasado –
- Lo siento – fue lo único que pude decir
- Oh no, no lo sientas, fuimos muy felices, nos queríamos mucho, solo que tuve que dejarla marchar – no había dolor ni desesperanza en sus palabras solo añoranza de su amor.
- ¿Y cómo vive usted sin ella?- sonó agudo y desesperado por que la pena volvía a aferrarse a mi garganta.
- Oh querida, no llores – se acercó a mí y recogió la lagrima con su pulgar – algunas personas nos dejan antes de lo que nos gustaría y eso hay que aceptarlo y seguir viviendo, a ellos no le gustaría vernos llorar ¿verdad?- asentí sin poder decir nada y le tendí la foto – no querida no, quédatela, yo tengo muchas, además así te acordarás de mi cuando la veas – le abracé sin poder evitarlo y él me acarició la cabeza con ternura – el juego en el que estás es muy doloroso pequeña, pero cuando termines, todo parecerá nuevo – dijo apartándome de él y sonriendo de nuevo – y ahora corre o no llegarás a la película-

Obediente salí corriendo de allí alejándome de allí con tres de mis pruebas ya en el bolsillo y el corazón más ligero.

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El País de las Maravillas y Alicia

viernes, enero 01, 2010 Laura.S-P 2 Comments


FELIZ AÑO A TODOS!! bueno, bueno supongo que con estas fiestas estareis todos pasándolo bien y disfrutanto de lo que queda de vacaciones que no es mucho...Como me he atascado en el ultimo parrafo de la segunda parte de "El juego" os subo un dibujo por aquí, para que no os olvideis de mi^^



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