Emily

jueves, junio 04, 2009 Laura.S-P 3 Comments

Ultimamente estoy actualizando mucho, pero es que estoy inspirada y quiero aprovecharlo. Esta historia que voy a colgar es del estilo de la del otro dia que colgue, más en mi vena gore. Esta se la dedico a Laura, que siempre me anda pidiendo alguna de este tipo. For you Lau^^

Amor. A-M-O-R. El amor…Los enamorados…Enamorarse…
Lanzo la enésima bola de papel contra la ventana y rompo el último lápiz que había en la caja. Nada no me sale nada, estoy completamente seca. Hace demasiado calor. Por la ventana no veo más que parejitas haciéndose arrumacos en el césped. No saben lo que es el amor de verdad, y lo peor es que sus gorgoritos y palabrejas cursis no me dejan escribir. En el horizonte el sol se va desvaneciendo en un sinfín de tonos rojizos anaranjados y amarillos. Se oyen algunos “ohs” y “ahs” pero yo lo veo francamente horrendo. Es como si el cielo, el bonito cielo azul, hubiera decidido volverse una mariposa cursi multicolor para que todos esos idiotas la adoraran. En cuanto cae la noche cierro los ojos y dejo que Emily salga.
Emily es mi alter ego.
- “Vaya así que estamos otra vez en dique seco ¿no?”-
- Me temo que si Em –
- ¿Por qué te empeñas en escribir esas cursiladas si no se te da bien?-
- Porque el amor es lo máaaaas bonito del mundo-
- No, y lo sabes, no existe, admítelo-
- Jamás-
- Bueno, no voy a meterme con tu personalidad de princesita-
- Ya sabes que tu eres mi única doble personalidad Em no te piques- gorgojeo
- Ya ,ya – noto que se relaja- ¿y qué vamos a hacer con el dique seco?-
- Estaba pensando en salir a jugar un rato-
- Vaya- ella también se relame ante la perspectiva- eso ya va sonando mejor
Voy silbando hasta el armario, pasando primero por la puerta y comprobando que el cerrojo está bien echado. Luego abro la puerta del armario y rebusco entre la ropa color rosa hasta que encuentro el cajón secreto. Emily da botecitos de satisfacción ante la vista del cajón. La dejo que tome el control un rato. Acaricia la ropa de color negro, los tejidos de cuero y el roce frío y afilado del cuchillo. Está eufórica, se muere de ganas por salir a jugar, pero la contengo un poco mientras me visto minuciosamente asegurándome que ni siquiera un milímetro de piel quede al descubierto. Me sonrío y me guiño el ojo satisfecha en el espejo. Ahora ya podemos salir.
Me escabullo por la puerta de atrás de la residencia, bajo por la escalera de metal sin hacer el mínimo ruido. Soy una sombra glamurosa y minúscula que se mueve por la escalera metálica. Me coloco junto al alfeizar de la ventana e intento no mirar abajo, dejo que Em tome el control, ella siempre ha sido la más ágil de las dos. Se mueve como un gatito ronroneante que espera recibir un trozo de pescado.
Ya estamos en la habituación. Nuestras presas están tan entretenidas rebozándose, comiéndose y repitiéndose una y otra vez lo mucho que les gusta lo que están haciendo y lo mucho que se quieren que ni siquiera se han dado cuenta de que estamos allí. Son una de esas parejitas que se creen que lo saben todo sobre el amor, y parece que tienen el estómago lleno de “te quiero” porque no paran de vomitarlos a todas horas como si les dieran acidez o algo de eso. Emily lucha enfrevecidamente por salir mientras yo le observo empujándose el uno al otro entre gemidos gruñidos e intercambio de jugos. Es un espectáculo tan grotesco como fascinante. Emily me recuerda con voz dulzona la novela que he dejado a medio terminar encima de la mesa y accedo a dejarle el control. Nos embebemos las dos en la tarea. Primero la matamos a ella. Interrumpimos su loca cabalgada para atravesarle el cuchillo por debajo de la oreja. Sin pararnos a disfrutar con el sabor de la sangre que ha empapado nuestros labios nos deshacemos de él. Pobrecillo, apenas se da cuenta, está tan apasionado metiendo y sacando esa cosita dentro de ella que no se ha dado cuenta de nada hasta el último momento, cuando le atravesamos el cerebro a través del ojo. La luna, morbosa compañera, decide darme una vista mejor de mi obra. Hay sangre por todas partes. Gloriosa tinta de amor empapando las paredes de estos profanos y sus múltiples fotos. Acaricio con suavidad sus caras de felicidad congelada. Deberían estarme agradecidos, los he matado en un momento en que los dos se sentían satisfechos y eran felices, no muchos son capaces de decir lo mismo. “No saben apreciar nuestra amabilidad” sisea Emily en mi mente, que está saboreando el regusto férreo de la sangre. Odio que haga eso, yo adoro el color la textura y los dibujos que crea la sangre fresca, pero su sabor me repugna, es tan vulgar como chupar un tornillo. Emily ríe ante mi comparación, pero no cesa su tarea y yo me dispongo a ayudarla. Primero los separamos con cuidado de no desperdiciar el valioso contenido de esos frascos apestosos y mojados. Luego, tras la seguridad de los guantes, retorcemos la “cosita” del frasco varón hasta arrancársela. Es algo totalmente antiestético, está mucho mejor sin ella convenimos. Luego vamos hacia ella, la sangre de él no nos interesa, demasiadas hormonas, pero ella, ella es hermosa. La sangre gotea por su cuello como una fuente de juventud, en contraste con su piel pálida ante la luna, sus ojos, desenfocados para siempre por el orgasmo, reflejan también la pálida luz de la luna y están ribeteados de un rojo magnífico. Nos ponemos manos a la obra.
En menos de veinte minutos hemos terminado nuestro cometido. Volvemos a poner el cuerpo encima del hombre, que ha impregnado las sabanas con un rojo pardusco un poco vulgar pero que gana cualidades sabiendo cual es el tinte. Es una escena magnífica, los dos amantes abrazados castamente para siempre, sobre un manto sangriento iluminados por la morbosa luna. Siento que la inspiración vuelve poco a poco. Y mientras subo las escaleras dando saltitos me permito tararear un poco. Emily me reprende, debemos ser silenciosas, pero estoy tan feliz, que no puedo evitarlo.
En cuanto llego a la habitación me deshago de la ropa, prendiéndola fuego en la papelera, guardo minuciosamente el cuchillo de vuelta en su escondite, y desnuda, disfrutando de la sangre que sigue pegajosa en mi cara, vierto el preciado contenido de nuestra escapada en un tintero de cristal y mojo la pluma de punta metálica, solo un poquito para no desperdiciar, y garabateo en un rojo perfecto y hermoso en la primera pagina de mi nueva novela:
“El amor era como una bella noche de luna llena entre sabanas rojas”

3 comentarios:

  1. Me alegro de que estés inspirada, todos tenemos temporadas =)
    Es sorprendente la historia, me ha encantado de cabo a rabo. Nunca sabes de donde te va a venir la inspiración, ¿verdad?
    Besos

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  2. Guaaauu! me as dejado con la boca abierta! Un historia perfecta al mayor estilo gore! Puf son mis preferidas y esta especialmente me ha hecho estremecerme ante la idea... jejej

    La inspiración siempre nos llega de todos lados, hay veces q te pasas semanas sin poder escribir y un día la inspiración te sorprende con su complaciente compañía, y te tiras horas y horas escribiendo...

    Sigue así porque adoro todas tus historias estas especialmente.

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  3. Pues realmente esta inspirada por que tu historia me ha dejado IMPACTADA!!! En el mejor de los sentidos!!!
    Hablas de muerte, de un asesiato y de como eso inspira para hablar de amor!!!
    Realmente muy original, o por lo menos yo no habia leido algo así!!!
    Me gusto mucho!!!
    Espero tu proxima entrada!!!
    BeSoS!!!

    °°¡¡MaGe!!!°°

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Los comentarios me animan mucho a seguir escribiendo, asi que, si os gusta, comentad^^