Espejismos

miércoles, junio 03, 2009 Laura.S-P 5 Comments

Es un día como otro cualquiera. Me levanto y desayuno con mis padres. Tostadas casi quemadas con mermelada de frambuesa. Cuando salgo a la calle me saluda la brisa primaveral llena de aroma de jazmín, amapolas y fresías. Hoy también hace sol. Mis padres dicen que somos muy privilegiados de poder vivir aquí en un lugar donde todo es tan bonito y nunca hay problemas. Veo a mis amigas esperándome al final de la esquina, saludándome con la mano, tan alegres como yo. Entonces veo al perro. Es un simple pastor alemán descansando sobre la hierba fresca, pero la forma de sus ojos, pequeños rojizos y ligeramente malvados hace que me estremezca. Hay algo que no encaja. Me miro las manos y como en un pestañeo veo que no son las mías. Si son mis manos pero no estas manos. Son unas manos llagadas por el esfuerzo, por la guerra, las batallas…de pronto el paisaje idílico a mi alrededor se vuelve rojizo y mortecino. Mis amigas, las casas, los aromas, todo lo que parecía completamente normal se va diluyendo lentamente. Hasta que queda una llanura, una llanura basta y rojiza, amenazada por nubes verdes brillantes, que se acercan a toda velocidad como un mal presagio del que no puedes escapar. Veo como se acercan y entiendo todo. No soy ninguna niña que va al colegio, no existe tal colegio, ese mundo no existe. Yo conozco esas nubes. Esas nubes radiactivas, venenosas y terribles que destrozaron mi mundo. No era como el mundo ideal que acaba de desvanecerse, pero era mi mundo.
Esas nubes los destrozaron todo, las casas, los coches, la tierra e incluso a los seres. Muchos humanos murieron, otros muchos quedaron lisiados, y otros, si esos otros a los que ahora sé que pertenezco quedaron marcados, parias para siempre. La toxicidad se coló en nuestra sangre como un mata ratas infalibles que nos hizo dioses malditos en un mundo de plebeyos. Veo al perro de nuevo, sigue ahí pero está cambiando lentamente. Crece y se transforma. Se convierte en la criatura que aterroriza mi mundo mutilado, un neig. Un ser entre hombre y bestia que asola todo lo que toca y al que solo le mantiene vivo la sed de sangre. Se lanza sobre mi indefenso cuerpo que ha quedado en la arena roja mientras la cruenta batalla se desarrolla. Es el momento de mi muerte y lo acepto al sentir la cruel y metálica mordedura del neig en mi cuello. Todo se vuelve de un color verde brillante y luego se apaga con un chasquido sordo.
Pi
Pip
Pippip
Pipipipipipipipip
El sonido es molesto. Un pitido que se clava en mis oídos. Intento moverme pero no puedo. Mis parpados son demasiado pesados, se resisten a abrirse y salir de la oscuridad. Al principio la luz me atraviesa las pupilas. Es una luz verde brillante. Poco a poco me voy acostumbrando y observo entre nebulosas brillantes la habitación. Hay muchos cables, muchas pantallas, muchas maquinas. No sé donde estoy. Mi espalda se queja por el roce frío del metal sobre la piel. De un tirón me suelto de los cables que me aprisionan. Miro mis manos. Están perfectas, ni rastro de nada lo anterior. Me encuentro con mi reflejo en una de las pantallas. Mis ojos ya no están quemados por la radiación, ni son violetas, vuelven a ser del mismo marrón pardusco de siempre. Miro la pantalla más grande. Toco algunas teclas y veo imágenes de científicos enganchando cables a todo mi cuerpo, a mi cabeza y enganchándome a la gran pantalla. Veo lo que han hecho conmigo. Han jugado conmigo, con mi cerebro desde que era apenas una niña. Todo lo que he vivido no ha sido nada más que una ilusión, nada es real. Veo a otra chica en una camilla junto a la mía. La conozco también estaba en mi sueño, pero ella sigue dormida. Oigo voces que vienen por el pasillo. Reconozco el sonido de las armas y las voces alarmadas. Arranco un trozo de metal afilado y corto los cables de la chica, luego salgo al pasillo y me enfrento al destino. Uno sangriento, en la que mis manos psicópatas desgarran cuellos con el acero, mis dientes muerden lo que encuentran por delante en una lucha fiera y maniaca hacia la libertad. Él es el último. Es él quien me conectó. Retrocede con el terror escrito en el rostro. No hay nadie que le proteja y no habrá misericordia para él como no la hubo para los otros. Le retuerzo el cuello con mis propias manos. Mi mente grita jubilosa ante el crujido de la rotura. Ya no queda nadie. Camino hacia la puerta a trompicones, marcando el camino con la sangre que mana como una fuente de mis heridas. Noto la calidez del sol un segundo en mi piel, la frescura del viento entre mi pelo y entonces todo se vuelve negro. Para no volver a despertar. Mi último pensamiento es para la chica de la camilla, espero que ella alcance la libertad. Mi última sonrisa se dibujo en el suelo con la sangre.

5 comentarios:

  1. un tanto desconcertante...
    nunca había leído nada que hubieras escrito tu tan sádico y sangriento. Pero aun así tengo que decir que me a encantado, los relatos sangrientos y en busca de venganza son mis preferidos :)

    Un besito

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  2. Ay, qué triste. Al final todo era una pesadilla, una ilusión, un espejismo de la realidad...
    Me ah encantado =)
    Besos

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  3. Hola!!!
    Pues creo que esta es la primera vez que comento aunque sin duda no la primera que paso a leer tus escritos!!!
    Y debo decir que me encanta como escribes!!!
    A diferencia de los otros este me ha parecido bastante sangriento pero sin duda también muy bueno!!!!
    Comentare mas seguido y espero tu proxima entrada!!!
    BeSoS!!!

    °°¡¡MaGe!!°°

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  4. Mmm... me gusta, me gusta. Yo los leo mas sadicos, pero la tematica de este es buena.
    Sigue por este camino.
    Besos

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  5. Me ha sorprendido este giro. Me ha gustado mucho est relato tan estremecedor. No me gustaría encontrarme en esa situación, pero alguna vez he fantaseado con esa posibilidad.
    Saludos desde La ventana de los sueños.

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Los comentarios me animan mucho a seguir escribiendo, asi que, si os gusta, comentad^^