La dama de escarcha

martes, octubre 20, 2009 Laura.S-P 2 Comments

Aqui va otra de mis entregas de los cuentos del hielo, que siento que haya tardado tanto en llegar. Me gustaría agradecerle también al blog, No solo relatos cortos, su critica en el ultimo que subi. Tenías razón, el final tampoco me convencía y lo estoy reescribiendo, espero que este te guste más, y por favor, por favor, no dudes en decir lo que piensas^^

Erase una vez, en un reino muy lejano, allá en las tierras del orgulloso Sol, nació una doncella. Sus cabellos eran pálidos como la luz de la luna y su piel era blanca como la primera nieve. Sus ojos tenían el color de cielo azul y su voz era el susurro dulce de una cascada.

Era tan hermosa que el Sol se levantaba antes para colarse por su ventana e iluminar sus cabellos que brillaban como la plata. Y así cada vez eran los días más largos y las noches más cortas. Incluso las estrellas, encandiladas por su hermosura, abandonaron el cielo nocturno para posarse, como millones de luciérnagas, en el techo de su alcoba.

Sin embargo había alguien a quien los celos manchaban el corazón, dejándolo negro como la tinta. Luna, celosa, por todas las atenciones que sus hermanos le ofrecían a la muchacha, decidió vengarse.

Un día que la joven paseaba por el bosque, Luna envió a uno de sus sirvientes alados a buscarla. El caballo volador llegó entre grandes relámpagos y truenos, y montó a la asustada joven sobre su grupa, llevándola lejos de los dominios de Sol, a las heladas tierras de la Luna.
Allí esta la escondió en una cueva, en lo más recóndito de las montañas de hielo, donde ni el Sol ni las estrellas pudieran encontrarla. La confinó en una tumba de escarcha, muerta helada para siempre.

La Luna satisfecha con su plan brilló aquella noche en el cielo con más fuerza que nunca.
Lo que la vengativa Luna no sabía, es que una pequeña estrella se había escondido entre los pliegues del vestido de la joven y había visto todo lo que había sucedido. Al llegar el alba e irse la Luna a descansar, corrió presta por el rojizo cielo del amanecer para avisar a Sol de la venganza de Luna.

El Sol estaba desolado. En las tierras oscuras de su hermana poco podía hacer él. Sin embargo consiguió meter un pequeño rayo de su luz hasta la tumba de escarcha de la joven, que se guardó en su dulce corazón, librándola así de la muerte y haciendo que su castigo no fuera más que una largo sueño, del que despertaría cuando alguien encontrara su morada.

La pequeña estrella que había ayudado a Sol, no contenta con ver como su bella amiga dormía eternamente en su prisión de escarcha, decidió disfrazarse de corza blanca. Buscó y buscó incansable por los bosques a alguien que pudiera romper la maldición lunar.
Al fin un día la estrella disfrazada encontró a un joven que dormía bajo un árbol. La estrella, que podía ver el corazón de los hombres, vio que el de aquel muchacho era puro y valiente y supo que había encontrado al elegido.

La corza blanca, guió al joven cazador a través de las montañas hasta que llegaron a la morada de la dama de escarcha. Y así fue como el joven cazador encontró el tesoro más preciado.
La noticia de que una joven cubierta de escarcha había sido encontrada en las montañas, voló rauda por el reino de la Luna, y pronto llegó a esta la historia de la dama de escarcha.
La luna, enfurecida porque su maldición se hubiera roto tan pronto, se presentó esa misma noche ante el rey. Se mostró tan bella y persuasiva como era, envuelta en sedas etéreas y finas joyas. El avaro rey la escuchó embelesado mientras ella le hablaba de una doncella muy hermosa, disfrazada de aldeana, que le otorgaría la vida eterna.

Tan pronto despuntó el alba, los jinetes del rey partieron a todo galope, esparciéndose por todo el reino en busca de la hermosa joven.
Pero cuando la encontraron la joven se había enamorado del cazador y se habían casado. Aún así los jinetes del rey la llevaron por la fuerza al castillo del rey.

Esa misma noche fue la corza blanca a buscar al joven y triste cazador y le dijo que debía ir a la corte del rey y retarle a un combate a espada para recuperar a su esposa y dicho esto, se le entregó una espada, brillante y certera como ninguna, forjada al abrasante calor del sol, que le había elegido campeón en esta batalla.

Así pues partió el joven cazador, acompañado de la pequeña estrella, oculta entre sus ropas.
Cuando llegaron a la corte del rey, este les estaba esperando, ya advertido por la maliciosa Luna. Pero a pesar de los consejos de esta decidió enfrentarse al joven cazador en duelo de espadas.
La batalla fue larga y fiera. Al llegar el atardecer, ambos contrincantes estaban agotados y la Luna ya se relamía ante la victoria de su campeón en cuanto cayera la noche. Pero, en el último golpe que brilló con el último rayo de sol, la espada forjada por el sol, se iluminó, partiendo en dos la espada de Luna.

La luna había perdido la batalla y ahora debía dejar a la doncella en paz. Se retiró furiosa y esa noche no brillo en el cielo oscuro, que se iluminó con el brillo de un millón de estrellas, alegres por la victoria del cazador.

El Sol en agradecimiento por el valor del joven cazador, lo nombró rey de sus tierras y ambos jóvenes partieron hacia los dominios del Sol, lejos de la mezquina Luna, donde fueron justos reyes y vivieron juntos para siempre.

2 comentarios:

  1. Me alegro que al final fueran felices, me ha recordado un poco a La Bella Durmiente, pero con tu toque tan especial que me encanta =D
    Besos

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  2. Este si que me ha gustado mucho, es un final claro y conciso, no acaba como la historia anterior... es muy bonita.

    Deberías pensar, que si escribes muchas, publicar tus cuentos de hielo. No es tan difícil, y son todos muy bonitos. Y si encima estas haciendo dibujos... seguro que triunfan!

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Los comentarios me animan mucho a seguir escribiendo, asi que, si os gusta, comentad^^