El filo de los mundos

domingo, diciembre 08, 2013 Unknown 0 Comments

El cielo se abre rosa con motas añil mientras el alba bosteza perezoso, con una pizca de sol en la mirada adormecida, mientras en el filo de los mundos el ambiente sigue lúgubre y grisáceo, tan tétrico que sólo de verlo el amanecer huye y se esconde tras el día.

Es un espacio traslucido e infinito, escondido entre vagos reflejos y el vaho de una mañana fría.

Pasamos y caminamos cada día entre mundos, sin percatarnos, el ego nos ciega a ver, que no es nuestro reflejo lo que nos devuelven los cristales y espejos, sino nuestro otro yo, ese yo con infinitos rostros, lugares similares a los nuestros sin llegar a ser.

Un yo atrapado entre dos mundos, en una membrana tan fina como el borde de una copa y tan distorsionada como el corazón de un diamante.

Nuestros reflejos se sienten atraídos, fascinados por nosotros y cuando los atrapamos con la mirada se pegan a nuestros renglones fingiéndose nosotros, hasta el momento en que dejamos de mirar, entonces se escapan por el rabillo del ojo, rápidos como el rayo.

Cada vez que miro al espejo, espero ver un guiño, una sonrisa distraída, algo que me diga que al otro lado del frío cristal hay un mundo, un sueño, pero... no debería preguntar mejor ¿en qué lado de la membrana me encuentro?

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